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Gracias a sus museos, ¡las ciencias en Bogotá viven!

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Democratizar el conocimiento, acercar las ciencias a los ciudadanos y generar su apropiación son algunos de los objetivos de los museos de ciencias de Bogotá, espacios que no solo son guardianes de grandes saberes y expositores de objetos, sino que mediante sus actividades y temáticas logran concientizar a sus visitantes sobre diversas problemáticas, a las que se les busca solución. Es decir que se generan ideas y planteamientos útiles para la transformación social, personal y profesional de las personas.

Ahora, además de ser escenarios de divulgación científica y de ser centros pedagógicos, estos museos también buscan entretener a su público y demostrarles con esto que aprender es divertido.

Lo cierto es que Bogotá cuenta con varios de estos espacios, que en su mayoría surgieron desde la academia. Su oferta pedagógica y cultural es variada, pertinente y se ajusta a todo tipo de público.

Un viaje por la biodiversidad colombiana

 

Si su interés está en la riqueza biológica del país visite el Museo de Historia Natural, creado en 1938 y adscrito a la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de Colombia, donde se aprende y se interactúa con la diversidad nacional, sus especies y sus ecosistemas mediante diversas exposiciones, charlas y talleres, en los cuales se genera conciencia sobre el impacto de las acciones del hombre en la naturaleza.

Actualmente, ofrece actividades gracias a canales digitales. Por ejemplo, este sábado, 26 de septiembre se realizará el taller Mundo Marino, como una actividad que se realiza en el marco de sus iniciativas enfocadas a promover la biodiversidad y la conservación.

El reconocimiento al patrimonio natural del país y del mundo también es abordado en el Museo de La Salle. Allí se podrán conocer imágenes representativas de los ecosistemas más significativos de nuestro territorio. Además, hay una muestra de distintos grupos de organismos, montajes osteológicos, exposición de fósiles de la megafauna del país y otros grupos biológicos, y piezas arqueológicas.

Por su parte, en el Museo de Ciencias de la Universidad del Bosque el público encontrará un escenario de aprendizaje de las ciencias naturales, donde se abordan las problemáticas que afectan la biodiversidad nacional. Específicamente se puede encontrar una colección de invertebrados marinos e invertebrados continentales, que permite conocer todas sus características. Esta colección provee información relevante para la sistematización de los inventarios de la biodiversidad colombiana.

Juego, conocimiento y convivencia

 

Jugar, aprender y acercarse a las ciencias naturales son los planes del Museo de la Ciencia y el Juego, primer museo interactivo en Colombia creado en 1984 con el propósito de llevar a cabo planes, programas y proyectos en el campo de la popularización, divulgación y apropiación ciudadana de la ciencia.

En sus instalaciones los visitantes se encontrarán con módulos y escenarios sobre ambiente, energía y salud, temáticas que son abordadas desde la lúdica y el juego.

Entre tanto, el juego, el conocimiento científico, las ciencias sociales y las actividades interactivas también son protagonistas en Maloka, donde todos todos públicos podrán disfrutar de salas digitales, laboratorios y exposiciones que les demostrarán cómo la ciencia hace parte de la cotidianidad. El museo cuenta ahora con tres recorridos: Sobrevivientes, Curiosos y Superconectados, cada uno con un objetivo diferente que se adapta a las necesidades de sus visitantes.

Criaturas prehistóricas y los secretos del mar

 

La historia geológica y paleontológica del país se halla en el Museo Geológico Nacional José Royo y Gómez, ubicado en las instalaciones del Servicio Geológico Colombiano. Un sitio donde la mente viajará millones de años hacia el pasado para experimentar lo desconocido. Se puede observar una variedad de reptiles marinos, un mastodonte, un perezoso gigante de casi 5 metros de altura y unas rocas luminosas que brillan en la oscuridad

Los ecosistemas sumergidos y emergidos se pueden conocer en el Museo del Mar de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, creado en 1969 como resultado de la necesidad de recrear un espacio en el que los estudiantes se familiarizan con el ambiente marino y en el que los planteles educativos tuvieran la posibilidad de complementar los proyectos pedagógicos del aula, en temas relacionados con el mar.

Las instalaciones cuentan con más de mil ejemplares de animales exóticos casi únicos y de incalculable valor científico, (en su mayoría) auténticos, trabajados bajo el proceso de taxidermia, los cuales se exhiben en acuarios secos que simulan el medio sumergido.

Botánica y el Universo

 

La diversidad de las especies vegetales en Bogotá se puede conocer en el Jardín Botánico José Celestino Mutis. Se trata de un espacio expositivo que también funciona como centro de investigación, que cuenta con cerca de 903 especies en sus 195 000 metros cuadrados de extensión, donde se han desarrollado diversas investigaciones sobre arbolado urbano, las cuales les ha permitido identificar las principales enfermedades de nuestros árboles y con ello soluciones y alternativas para garantizar que estén sanos.

La divulgación de la astronomía y las ciencias del espacio es tarea del Planetario de Bogotá, que cuenta con un domo con capacidad para 376 personas, un museo del espacio, auditorio, sala infantil, sala múltiple, astroteca y una terraza con vista al Parque de la Independencia.

En la actualidad cuenta con una variada programación que puede conocer a través de su Facebook que va desde la espeleología extraterrestre hasta la ciencia de los electrodomésticos, entre otras.

Ciencias sociales

 

No solo las ciencias naturales son protagonistas de los museos bogotanos, pues la historia, la geografía, la arquitectura y, en general, la relación del hombre con su entorno y la biodiversidad también hace parte de las temáticas.

De esta manera, en la ciudad encontramos museos como el del Saber en la Gestión del Riesgo de Desastres, el Museo de Arquitectura Leopoldo Rother, el Museo Nacional de Geografía y Cartografía, el Museos de Arte y numismática Banco de la República, Corporación Cultural Museo del Vidrio de Bogotá, el Museo de Bogotá, el Museo de Oro,entre otros que le permiten al público conocer el pasado, presente y proyectar su futuro con base en lo aprendido.

 

El trópico y sus desconocidos parásitos

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Cualquier persona que ame la naturaleza debe visitar los trópicos y experimentar de primera mano los ecosistemas terrestres más diversos del planeta. Miles de turistas viajan anualmente para conocer las selvas y bosques lluviosos neotropicales con la intención de ver algunas de las más majestuosas especies de aves, coloridos insectos, ruidosos monos y muchos más atractivos que poseen estos exuberantes lugares. Cientos de estudiantes e investigadores continúan los pasos que Charles Darwin, Alexander von Humboldt, Henry Walter Bates y otros grandes naturalistas empezaron décadas atrás sobre los complejos procesos ecológicos de estos ecosistemas. Los bosques tropicales ocupan aproximadamente el 7 % de la superficie de la Tierra, pero albergan más del 50 % de especies del mundo y hoy, se encuentran en peligro de extinción.

Colombia es un país tropical, esto significa que se ubica geográficamente dentro de la línea ecuatorial y recibe durante todo el año la misma radiación solar, permitiendo así que la mayoría de su territorio tenga temperaturas cálidas y un clima relativamente estable siendo un ecosistema altamente productivo. Sin embargo, muchas comunidades asociadas a los bosques tropicales carecen de saneamiento básico, calidad de agua e infraestructura vial y de vivienda, condiciones socioeconómicas que sumadas a las características bioecológicas del trópico constituyen un ambiente propicio para la proliferación de diferentes enfermedades, sobre todo de origen parasitario, las que en su mayoría han diezmado la vida de millones de personas al año y que curiosamente suelen llamarse enfermedades tropicales.

Enfermedades tropicales

 

Uno de cada siete habitantes del mundo, especialmente niños, padece alguna enfermedad de origen tropical superando así la población europea y teniendo un impacto comparable con el de la malaria y la tuberculosis. La Organización Mundial de la Salud ha dado prioridad a 20 de estas y las considera como enfermedades endémicas en 149 países, uno de ellos Colombia.

Estas 20 enfermedades son producto en su mayoría de cuatro tipos de patógenos: (i) parásitos protozoarios presentes por ejemplo en patologías como Chagas, enfermedad del sueño, leishmaniasis; (ii) bacterias como las presentes en úlcera de Buruli, lepra, tracoma, pian; (iii) gusanos como los que causan teniasis, dracunculosis, equinocosis, distomatosis, filariosis linfática, oncocercosis, gusanos intestinales y (iv) virus como los causantes del dengue, rabia, chikungunya, etc. Los síntomas que causan estos parásitos tropicales son bastante diversos y en su mayoría silenciosos por mucho tiempo, pero todos como de una película de terror. Algunos atacan el cerebro de los bebés, otros generan ceguera por complicadas infecciones, otros dejan a sus huéspedes en cama durante meses y dañan órganos internos y hay quienes causan deformidades que no solo hacen daño en lo físico sino en su vida social y emocional.

A raíz de años y años de padecimiento, la humanidad les ha declarado la guerra y les ha dado sentencia de muerte a seis enfermedades para el año 2020 en un proyecto que inicio desde el 2010. Estas enfermedades son: tracoma, la enfermedad del sueño, la lepra, filariosis linfática, pian y dracunculiasis. Esta última, en 1985 infectó a cerca de 3.5 millones de personas por todo el mundo y en el 2015 se logró llegar a 22 casos únicamente, eliminando así a cerca del 99.99 % de estos parásitos que empiezan su viaje en la vida de una persona mediante el consumo de agua contaminada y después de un año, el parásito, aparece generando dolor, ardor y ampollas, usualmente en las piernas. Pues bien, este gusano lleva un año creciendo satisfactoriamente dentro del huésped y desea salir para reproducirse, así que lo hace a través de las ampollas y una vez que lo hace no queda más remedio que ayudarlo a salir centímetro a centímetro durante semanas hasta casi completar un metro de longitud. Es el huésped quien debe hacer este trabajo sucio, pero necesario para curarse.

¿A quiénes ataca?

 

Los parásitos que causan la mayoría de enfermedades tropicales lamentablemente atacan a las comunidades más vulnerables, aquellas que están aisladas geográficamente y que poseen condiciones insalubres de agua y alcantarillado y que no cuentan con sistemas de salud organizado. La contaminación en el agua es una de los principales medios para que muchos parásitos infecten a la población como es el caso de Colombia, donde cerca de 18 millones de personas están expuestas al consumo de agua contaminada y ni siquiera se cuenta con una infraestructura vial óptima para movilizarse al hospital más cercano. Sin embargo, en su batalla contra estas enfermedades se lanzó un ataque sin precedentes y muchas organizaciones en el campo de la salud a nivel mundial unieron esfuerzos para eliminar estas enfermedades tropicales, que irónicamente son prevenibles y tratables sin llegar a un daño severo en el paciente, así que la industria farmacéutica decidió distribuir los medicamentos necesarios para erradicar seis de estas enfermedades de manera gratuita, una donación que jamás se había hecho. En solo el año 2015, estos medicamentos ayudaron a más de 700 millones de personas y aunque esto no salga en las noticias, refleja que cuando la humanidad trabaja unida puede lograr cosas increíbles. Estamos a la espera que este año se pueda concluir dicho proyecto y las poblaciones más vulnerables de nuestro territorio y del mundo puedan estar libres de enfermedades tropicales, pero continúen disfrutando de los beneficios que ofrece el trópico.

La historia no termina aquí…

 

La investigación en la biología del trópico es absolutamente necesaria, sobre todo si se quiere asegurar un futuro optimista para el ecosistema y las comunidades que lo habitan. Además, aunque se logre erradicar estas seis enfermedades aún quedan otras pendientes, dos de ellas, el dengue y la malaria quizás las más letales, continúan siendo un verdadero problema de salud pública. Por ello, el abordaje de las enfermedades tropicales requiere un esfuerzo conjunto entre grupos científicos, educativos y de desarrollo social, pues estos problemas van más allá de la producción de nuevos fármacos, sino están vinculados a la corrección de problemas inherentes a estos como la pobreza, la contaminación, la precariedad en los sistemas de salud y las condiciones de vida en las que se desenvuelven las comunidades de estas zonas del país. Múltiples factores del paisaje ecológico y social confluyen en torno a estas patologías donde las mismas siguen ocasionando grandes pérdidas humanas, laborales y económicas

Referencias

 

Las vacunas: lo bueno y lo malo

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Hoy, diferentes científicos del mundo investigan la manera eficaz de combatir la enfermedad COVID-19. Para ello, trabajan en tres posibles tratamientos: medicamentos, anticuerpos y vacuna. De estos, la vacuna es quizás la que más tome tiempo, pero aun así podría estar en un periodo record desde su investigación, pruebas, análisis y producción comparada con lo que tardan usualmente las demás vacunas. Actualmente, se están llevando a cabo cerca de 70 proyectos de vacuna por diferentes grupos de investigación, pero no hay que desconocer que si se llega a una vacuna aprobada y segura para la humanidad esta enfrentará nuevos retos, dilemas y problemas. Uno de ellos podría ser la decisión de países, poblaciones, comunidades y personas de no vacunarse ¿Por qué? Por diferentes medios circula una gran cantidad de información y movimientos sociales en contra de las vacunas y de hecho, hay un aumento significativo en la población infantil que no está vacunada. Las razones principales para que esto no se de responden a una posiciones religiosas, creencias personales o filosóficas, precauciones de seguridad y un desconocimiento de la ciencia detrás de las vacunas. Ante este panorama es muy posible que cada persona ponga sobre la mesa ¿vacunarse o no vacunarse? Y sea contra el COVID-19 o contra otros patógenos es importante que conozcamos los beneficios y los riesgos que esto conlleva.

¿Qué son las vacunas?

 

El sistema inmune es un complejo ejército con millones de células organizadas, entrenadas, armadas y dispuestas a morir en un combate ante los enemigos que se presentan día a día. Sin embargo, cuando se ve expuesto a infecciones más serías este complejo sistema puede tardar varios días en producir los anticuerpos, la mejor arma de ataque del sistema inmune, necesarios para destruir al intruso, dándole así tiempo de causar mucho daño a nuestro cuerpo. Por ello, para evitar múltiples batallas innecesarias y desgastantes, el sistema inmune guarda automáticamente en las células memoria las estrategias y anticuerpos se usaron para ganar esa batalla. Si el enemigo nos visita por segunda vez, estas células memorias despiertan y ordenan ataques coordinados y la producción de anticuerpos específicos de una manera tan rápida que pasará desapercibido, pues cuando ya superaste una infección viral en el pasado jamás volverá a enfermarte.

Los niños, usualmente siempre están más expuestos a enfermarse debido a que no tienen suficientes células memoria del sistema inmune porque ellos no han pasado por dichas batallas, es ahí donde las vacunan aparecen.

¿Cómo funcionan?

 

Obtener las células memoria mediante infecciones es desagradable y a veces peligroso, pero es una de las funciones más importantes de nuestro sistema inmune, por ello las vacunas son una forma de engañar a dicho sistema para que este obtenga esas memorias de enfermedades graves.

Una manera de hacer esto es por un lado, inyectar intrusos que no pueden hacernos daño pues están muertos o son fragmentos del microorganismo patógeno y nuestro sistema inmune afronta esta vacuna con facilidad. Por otro lado, se inyectan organismos vivos pero más débiles que las cepas naturales para no tener el riesgo que le ganen al sistema inmune, pero lo suficientemente fuertes como para molestarlo y así crear células memoria. Esta es una de las razones por las cuales las vacunas también nos pueden hacer sentir mal unos días. Entonces, los principios básicos de este proceso son inyectar cepas vivas o muertas de los patógenos, hay una reacción del sistema inmune, se generan células memoria y se produce inmunidad contra la enfermedad.

Algunos virus como los que originan las diferentes gripes mutan muy rápido y se hace necesario sacar vacunas cada año o menos, aun así las vacunas nos pueden proteger por años o incluso toda la vida.

¿Entonces, cuál es el problema?

 

Como todo en la vida, las vacunas también tienen sus riesgos, especialmente en los efectos secundarios, pero esos riesgos son comparables a los que genera el cinturón de seguridad que estadísticamente puede generar traumatismos a algunas personas, pero que salva más del 80 % de vidas en un accidente de tránsito. Un ejemplo claro de ello es el sarampión. Antes que estuviera disponible la vacuna en 1963, cada año se enfermaban cerca de 135 millones de personas y más de 80 mil murieron. Hoy, después de casi erradicada dicha enfermedad siguen presentándose casos y brotes en diferentes poblaciones del mundo, esto especialmente por el aumento de movimientos sociales antivacunas, pero ¿Qué pasaría si dejamos de vacunarnos contra el sarampión? Posiblemente, se presentaría un brote que podría infectar a millones de niños al mismo tiempo, no solo colapsando el sistema de salud, sino teniendo serias afectaciones a muchos. Cerca del 98 % por ciento tendría fiebres muy altas y el desagradable sarpullido que caracteriza esta enfermedad, de ese 98 % un 8 % podría presentar diarrea, un 7 % sufriría una infección severa de oído causando la perdida de la audición, un 6 % podría presentar un cuadro grave de neumonía y podrían morir y un 0,1 % padecería encefalitis que también los podría llevar a la muerte. Bajo estas condiciones y dependiendo la cantidad de millones de niños que se infecten, más de 20000 niños morirían y los restantes tendrían dos a tres pésimas semanas de diferentes síntomas y estarían expuestos a otras complicaciones médicas mientras su sistema inmune vence en esa batalla.

Ahora, veamos el lado opuesto. Los mismos millones de niños se vacunan contra el sarampión aplicándoles la triple viral (sarampión, rubéola y paperas). De esos millones el 10 % padecerá fiebre, un 5 % padecerá un leve sarpullido y un 0.01 % podría desarrollar una reacción alérgica severa que necesite ser tratada, un 0.001 % tendría una inflamación genital y 0.0001 % podría presentar una encefalitis. En una cifra hipotética de 10 millones de niños vacunados esto significaría que solo 10 niños se verían expuesto a esta última complicación y 120 padecerían los efectos secundarios que pueden ser graves pero que se pueden tratar ¿Y el autismo? Muchas personas y muchos movimientos antivacunas exponen que las vacunas generan autismo, pero existen varios estudios científicos que desmienten esto y no encuentran ninguna relación entre las vacunas y el autismo.

Aunque los efectos secundarios de las vacunas siguen siendo el soporte para las personas y los movimientos antivacunas, las evidencias muestran que es mucho más peligroso enfrentarse a las infecciones y sus enfermedades que a los efectos de las vacunas. En el 2017, cerca de 110000 personas murieron por culpa del sarampión en todo el mundo y sin la vacuna 300 niños morirían diariamente, pero ¿Qué pasa con los niños que son alérgicos? Realmente muchos niños en el planeta pueden ser alérgicos y ante ellos una vacuna podría llevarlos a la muerte. En estos casos lo que salvaría la vida de estos niños sería la inmunidad colectiva, es decir, que todos los miembros a su alrededor estén vacunados y así no ser un vector de infección, pero eso implica que casi el 95 % de la población esté vacunada.

Ante esto ¿Qué hacer? Informarse, documentarse y revisar fuentes confiables. La ciencia toma tiempo, pero siempre ha permitido el debate y es a partir de las dudas, los estudios y los resultados que se construye. La vacuna contra el COVID-19 puede que se demore no solo por la falta de recursos que se le destinan a estos proyectos, sino porque los proyectos de vacunas que se hicieron contra el coronavirus SARS-CoV generaron en varios ensayos clínicos con animales un fenómeno peligroso llamado mejora dependiente de anticuerpos que dejan al cuerpo más expuesto a enfermedades graves tras la inoculación de la vacuna, por eso no se llegó a una vacuna oficial en el brote que se presentó en el 2002-2004. Este ha sido el principal problema ante proyectos de vacunas contra el dengue, donde los anticuerpos de la vacuna conducen al virus de esta enfermedad hacía las células vulnerables en lugar de destruir el patógeno. Ahora bien, si finalmente algún proyecto de vacuna es viable y se autorice existirán otros problemas que van desde la producción en masa hasta decisiones políticas y procesos administrativos de cada país para su aplicación, regulación y costo. Mientras la ciencia encuentre un tratamiento eficaz ya sea con medicamentos, el uso de anticuerpos de quienes ya se curaron del COVID-19 o una vacuna, las únicas herramientas con las que seguimos contando es el correcto lavado de manos y de cara y el aislamiento físico que nos invita a estar alejados de cualquier persona a mínimo 2 metros de distancia. El COVID-19 es una enfermedad nueva, seguimos desconociendo muchos detalles de su naturaleza, lo que ayer se dijo hoy ya cambio y no sabemos con certeza cómo se va ir comportando, por ello utilicemos de la mejor manera lo que sí sabemos de este virus y la enfermedad que produce.

Referencias

 

Sistema inmune: un arsenal en el cuerpo

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Todos los seres vivos vivimos en un mundo hostil lleno de millones de microorganismos, tanto “buenos” y/o “malos” para quien los hospede, que quieren invadir y habitar nuestros cuerpos. Por ello, el sistema inmune ha evolucionado en una compleja red de doce funciones que incluyen vigilancia, defensa, espionaje, fabricación de armas y combate que cualquier conjunto militar desearía tener.

Ahora bien, como ejército, el sistema inmune consume una gran cantidad de recursos especialmente produciendo casi veintiún tipo de células inmunes especializadas donde cada una cumple cerca de cuatro funciones y de las que depende para ganar las batallas. Además, estas células requieren un complejo entrenamiento que incluye cursos de programación genética para que puedan estar listos antes de patrullar el cuerpo.

Por si fuera poco, para que el sistema inmune lleve a cabo sus múltiples funciones debe llevar a cabo dos procesos extra 1.) reconocer o diferenciar las estructuras celulares de los patógenos o toxinas con las células propias del huésped para así poder eliminar la amenaza sin causar daño en los propios tejidos y 2.) tener una capacidad adaptativa de aprendizaje y memoria biológica después de las infecciones y así reconocer a los enemigos después de los años.

A continuación, simplemente presentaremos unas cuantas células y su protagonismo dentro de una posible infección bacteriana, pero la compleja red de relaciones, funciones y acciones del sistema inmune es tan amplia y tan increíblemente sofisticada que aun la ciencia desconoce grandes detalles de sus procesos.

¿Cómo actúa?

 

Un día común y corriente amaneces con malestar general, sientes que al pasar saliva tu garganta está tan áspera como una lija y hay un dolor insoportable. Pues bien, en la noche anterior mientras dormías alguna bacteria logró invadir la primera línea de protección que tienes y sin más, empezó a utilizar los recursos que están en tu cuerpo para reproducirse. Pasadas varias horas, su presencia es inevitable y el equipo de vigilancia del sistema inmune alerta de la situación para detener este enemigo. La primera línea de células guardia, llamadas macrófagos, interviene. Estas células son grandes y están encargadas de proteger todas las regiones límite del cuerpo. De hecho, ellas solas, usualmente, pueden soportar un ataque pues por su tamaño pueden devorar hasta 100 intrusos cada una encerrándolos dentro de una membrana donde liberan enzimas que los matan. Estas células también causan inflamación en nuestro cuerpo para que los sistemas alrededor de la infección liberen agua al campo de batalla y así la lucha sea más fácil. Es por esta razón que una herida, una lesión o una infección viene acompañada de una inflamación.

Cuando los macrófagos consideran que necesitan refuerzos liberan unas proteínas mensajeras con geolocalización exacta, una clave Morse muy sofisticada, que le avisan a los Neutrófilos. Estas células son guerreros muy fuertes que generalmente crean una barrera entre ellas para evitar el paso de patógenos, los atrapan y los matan. Sin embargo, en la lucha son tan violentos que incluso matan células de nuestro propio cuerpo, por eso en su entrenamiento están programadas a suicidarse cada cinco días aproximadamente para no generar un daño mayor.

Si la lucha sigue siendo intensa y aún no se contiene el patógeno, sea cual sea y dependiendo su nivel de ataque, el cerebro del sistema inmune entra en acción: la célula dendrítica se activa y al mejor estilo de un espionaje sigiloso reacciona a las señales de los soldados y empieza a recolectar muestras genéticas de los enemigos, una vez analizada esta información debe tomar una decisión crucial ¿A quién pedir ayuda? ¿A células antivirales o a un ejército antibacterias? Dada la naturaleza del enemigo se debe buscar ayuda para matar bacterias y entonces, en un viaje de aproximadamente un día se llega al cuartel necesario: un nodo linfático que alberga millones de células ayudantes y linfocitos T que esperan ser activadas tras un entrenamiento difícil y complicado que reunió a muchos aspirantes a estas tropas, pero que solo un cuarto sobrevivió y pasaron el curso. Estas células están equipadas con una arma letal que busca la célula dendrítica, un arma que encaje en los receptores celulares de las bacterias que investigo y después de buscar en los planos de muchos linfocitos T, encuentra el elegido, lo activa y rápidamente este se duplica casi mil veces.

Ese nuevo ejército formado y listo para seguir órdenes, se divide en tres tropas: unos quedan a manera de memoria en el nodo linfático y con ello hará que seamos inmunes a este enemigo la próxima vez que llegue a invadir. Otros, viajan al campo de batalla como refuerzo y un tercer grupo se dirige al centro del nodo linfático para activar una poderosa fábrica de armas. Cada linfocito T viene “acompañado” desde el nacimiento, por así decirlo, con un linfocito B y cuando un linfocito B y un linfocito T con la misma configuración se unen el enemigo debe estar preparado para lo peor.

El linfocito B se duplicará hasta producir millones de copias y cada una producirá millones de armas microscópicas. El trabajo es tan arduo que los linfocitos B podrían morir en la producción por no tener descanso, pero sus compañeros los linfocitos T las alientan a seguir y no parar hasta haber multiplicado las armas para matar a cada uno de los enemigos. Los linfocitos B fabrican los famosos anticuerpos, pequeñas proteínas que se diseñan para unirse a la superficie de la membrana celular del intruso y que las inhabilitará o matará. De hecho, se fabrican diferentes tipos de anticuerpos para trabajos distintos y millones de anticuerpos inundan la sangre y saturan todo el cuerpo.

En el campo de batalla, la situación está saliéndose de control, los intrusos se han multiplicado y aunque han llegado refuerzos y sus soldados lo están dando todo, no son capaces de retener la infección y millones de estas células mueren y ya se empieza a sentir mayor daño en el cuerpo. En esta parte de la historia, nosotros nos sentiríamos muy mal, podríamos estar en cama, con múltiples signos de infección y sin fuerzas para seguir.

Sin embargo, adentro la lucha continua y los millones de anticuerpos empiezan a llegar desactivando a los enemigos, haciéndolos inútiles o matándolos en el proceso. Con las bacterias aturdidas, muertas o inhabilitadas, los macrófagos retoman fuerzas y sin detener continúan comiéndose las bacterias que tienen anticuerpos pegados a su membrana celular y que sirvieron como hackers desactivando su propio campo de defensa. El final de la historia cambia: la infección es eliminada ¡Los nuestros han ganado! Tú ya te sentirás un poco mejor, pero muy cansado, agotado y aún con rezagos de esos días de batalla al interior del cuerpo.

Si este enemigo aparece otra vez, ya tu sistema inmune lo tendrá controlado antes que te des cuenta y poco a poco el exceso de nuestros soldados que cumplieron tan feroz batalla se suicidarán para no gastar demasiada energía. Tu vida vuelve a la normalidad, pero tu sistema inmune se hace más fuerte para seguir protegiéndote.

Referencias

 

Las emociones en tiempos del COVID-19

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Introducción

 

Nuestras experiencias son filtradas, muchas veces, por las emociones que sentimos y el significado que estas le dieron a los acontecimientos. Evitar el peligro y buscar recompensas ha sido fundamental en nuestra supervivencia, pero por estos días las emociones nos pueden jugar una mala pasada y convertirse en un enemigo silencioso poniendo en peligro nuestra salud física y mental.

Muy pocos han sido los eventos donde toda la humanidad está seriamente preocupada por lo mismo al mismo tiempo, y a diferencia de otras pandemias, la conexión actual entre las poblaciones es tan cercana que el virus SARS-CoV-2 podría propagarse rápidamente en los casi 8000 mil millones de personas que habitan el mundo. Ante esto, la cuarentena y en el aislamiento social, en los casos que lo requieren, han sido las medidas más viables para ralentizar la propagación del virus y poder tratar, en lo posible, de evitar el colapso de los sistemas de salud. Sin embargo, tantas personas en sus casas o en refugios comunitarios con acceso a diferentes medios de comunicación se encuentran saturadas de un flujo constante de información aterradora que ha generado angustia, desesperación y pánico. Como en los capítulos más antiguos de nuestra historia, nuestros cerebros están en máximo nivel de estrés ante un depredador desconocido, desafiando nuestra racionalidad y obnubilando la realidad de lo que verdaderamente es la enfermedad y sus alcances.

Al igual que en otras experiencias negativas, las noticias fatales son las primeras en aparecer y las últimas en irse de nuestros recuerdos. Ante el COVID-19 nos fijamos más en lo fatal que nos muestran las cifras y no en los hechos positivos de pacientes recuperados, países que ya superaron su pico de contagio y muertes, las historias de los héroes que combaten día a día la pandemia y los cambios que esto traerá a nuestras vidas. Reconocer cómo nos sentimos es fundamental a la hora de regular la montaña rusa de emociones que trajo esta pandemia.

Miedo

 

Aunque sentirse ansioso y con temor es normal en estos días, especialmente si nuestro miedo nos recuerda que podemos enfermarnos y morir, hay razones suficientes para no permitir que esta ansiedad nos lleve a un estrés agudo o incluso crónico, pues nuestro cerebro tiene programado una respuesta rápida incorporada al peligro y que pone en marcha un plan fisiológico haciendo que los corazones latan más rápido, la presión arterial y la respiración aumenten, los músculos estén listos para huir o para atacar. Este programa es inducido por el estrés y hormonas como la adrenalina, noradrenalina y cortisol que una vez superado el peligro vuelven a su normalidad, pero si estas hormonas persisten demasiado tiempo en nuestro cuerpo pueden generar serios problemas cardiovasculares, digestivos, depresión clínica e irónicamente nuestro sistema inmune decrece siendo fácilmente invadido por una infección viral como el COVID-19. Es así como estar mucho tiempo estresados pensando y angustiándonos por el coronavirus puede realmente poner nuestra salud en verdadero peligro. Por si fuera poco, el miedo empieza a moldear nuestro comportamiento, dormir se vuelve muy difícil, la irritabilidad aparece y si se le suman dificultades económicas o de convivencia, el miedo alimentará la violencia y esta puede llevar a las rupturas familiares o incluso al maltrato. Todo esto puede ocurrir sin darnos cuenta, el miedo es la emoción más antigua presente en nuestro cerebro y su respuesta rápida nos ha permitido sobrevivir ante los peligros, pero el miedo no permite ni siquiera pensar, ese es el verdadero problema: como humanos tenemos la tendencia biológica a exagerar las amenazas y a darle prioridad a las experiencias negativas o desconocidas. Entonces, aunque el COVID-19 es una amenaza para todos es importante racionalizar la amenaza para no exponernos a un estrés agudo o crónico que traiga consecuencias más graves para nuestra salud. Racionalizar el miedo significa ser conscientes de lo que es y lo que no es el virus y la enfermedad, sus alcances y sus efectos en la vida personal y familiar. En Perú, más de diez personas murieron por tomar un brebaje que los salvaba supuestamente del virus; en varios países los insumos de papel higiénico, medicamentos y alimentos fueron agotados las primeras semanas de la cuarentena, dejando a muchas personas sin insumos; muchos ciudadanos han ingerido desinfectantes y productos tóxicos para protegerse del virus llevándolos a la muerte o a cuidados intensivos; casos como estos solo exponen que el miedo muchas veces es más peligroso que la propia amenaza.

Tristeza

 

“Es lo más triste que he tenido que ver en más de diez años siendo enfermera, no me refiero a la muerte, me refiero a ver a los pacientes morir solos”. Mencionó una enfermera de Italia.

“No puedo abrazar a mi hija de un año de nacida, es quizás una de las cosas que más me duele” Mencionó médico cirujano de Madrid, España.

Historias como estas son conmovedoras y se hacen visibles por estos días. La vulnerabilidad de nuestra propia humanidad se ha visto expuesta y es cada vez más fácil ceder ante el llanto, la desolación y la angustia. Los seres humanos necesitamos unos de otros para sobrevivir y el contacto físico ha sido un medio para superar el dolor en el grupo, los abrazos, las caricias y los besos son necesarios para nuestra vida y para nuestra salud. Sin embargo, el distanciamiento social, la cuarentena y los protocolos de bioseguridad nos alejaron de esos mecanismos de ayuda que nos otorgó la naturaleza, aun así todavía hay uno que nos protege de estos días difíciles: la tristeza.

Aunque parezca extraño, la tristeza cumple varias funciones vitales en nuestra vida. Todos evitamos estar tristes y no es nada agradable sentirnos así. De hecho, estar tristes por un buen tiempo puede llevarnos a problemas de salud serios, pero esta emoción pasa por tres procesos fisiológicos y en su último, inicia un mecanismo tranquilizante que finaliza en llanto y llorar le hace bien al cuerpo y a la mente. Cuando lloramos nuestro cerebro libera una serie de neurotransmisores, que son sustancias químicas, que nos proporcionan alivio físico y mental, incluso libera sustancias que son analgésicos naturales, por eso después de llorar tenemos una sensación de alivio. Aunque los días tristes en estos tiempos vengan con fuerza, llorar es una salida rápida y reconfortante, esto mientras no se vuelva el común porque entonces podríamos enfrentarnos a otros problemas más complejos. Si usted siente que es agobiante la situación y emocionalmente se siente desolado, permítase caer en el llanto y luego respire para continuar, recuerde que esto es momentáneo y pasará.

Ira

 

Las cifras de infectados y muertes por COVID-19 no son las únicas que están preocupando a las autoridades nacionales. Homicidios, violencia intrafamiliar, ataques de ira, riñas y maltrato infantil van en aumento. Desde el inicio de la cuarentena en el país, se han reportado cerca de 1674 casos de violencia intrafamiliar y esto podría empeorar. Parece que la separación entre humanos es muy difícil, pero estar juntos es muy peligroso. La violencia intrafamiliar tiene muchas aristas de abordaje, lo que está ocurriendo no es más que una realidad que lucha por dejar el anonimato de puertas para adentro. Así, muchas personas hoy no solo enfrentan una crisis de salud y económica, sino una amenaza directa contra sus vidas por parte de los miembros de su familia. La irritabilidad, el poco manejo del estrés, la impulsividad y las fluctuaciones de ánimo y de ingresos pueden ser pequeños detonantes para liberar esa carga emocional con los más cercanos. Ante el peligro, el cerebro ejecuta una respuesta de estrés para sobrevivir, con ello las posibilidades se reducen a huir o atacar, siendo la última, la opción más devastadora y más peligrosa, pues huir siempre será mejor. Cuando el cuerpo decide atacar se activan una serie de cambios fisiológicos tan fuertes en el cuerpo que pone en riesgo la propia vida y podemos morir por un ataque cardiaco o un derrame cerebral, incluso podemos lastimar seriamente a alguien a quien amamos sin darnos cuenta, ahí la violencia aparece y cobra víctimas. El covid-19 no es el causante de esto, simplemente las dificultades propias de la convivencia y la falta de manejo emocional puede llevarnos a cometer actos irreparables ¿Qué hacer? Reconocer que las personas con las que convivimos nos son nuestros enemigos y que las circunstancias que estamos enfrentando son difíciles para todos, que la irritabilidad puede surgir en cualquier momento, pero no es excusa para lastimar a los otros. En estos momentos la humanidad y las familias deben estar más unidas que nunca, pues las crisis solo puedan ser superadas en grupo y si el grupo se fractura no se podrá sobrevivir. Estar enojados es natural, estresarnos y preocuparnos también, pero llegar a la violencia es romper la cuerda que nos sostiene. Si sus niveles de enojo van en aumento por estos días, aléjese de las discusiones y los conflictos familiares, respire profundo y cambie de actividad, así podrá manejar la tensión de estar en cuarentena. Raras veces lograremos dominar la ira, pero lo que sí podemos hacer es regular nuestros comportamientos, así, la convivencia será posible. En caso que esté experimentando violencia intrafamiliar no dude en buscar ayuda, pues en estos momentos una llamada oportuna puede salvar vidas.

Alegría

 

Si el dolor y la muerte nos fracturan, el amor nos une. No todo es tan terrible como parece serlo, la humanidad siempre ha encontrado la posibilidad de surgir y ser más fuerte después de las crisis y esta no será la excepción. Aunque las noticias fatales nos inunden de pánico y aumentan nuestra angustia, también hay días de optimismo, alegría y amor. Hoy, el COVID-19 se ha llevado más de 170.000 mil personas, pero también son más las personas que se han recuperado, los gestos de bondad y solidaridad se han multiplicado como nunca antes habíamos visto y los héroes reales salieron a dar la batalla. Hoy, el mundo parece otro, se oscurece de vez en cuando, pero resplandece mucho más. Hay cantos y aplausos en todo el mundo, hay filas organizadas, hay tiempo de estar en familia después de años de no vernos, hay aviones cargados de ayuda para el mundo entero, la naturaleza se recupera, los animales recorren libremente las calles, hay una fiesta cada vez que alguien sale del hospital, hay espacio para sonreír y para volver a amar lo verdaderamente importante.

Numerosos estudios científicos muestran que las emociones positivas como la alegría pueden deshacer los efectos adversos del estrés. Acciones como bailar, correr, reírnos, enamorarnos tener metas, entre otros, aumentan sustancias químicas del cerebro como la serotonina y la dopamina que le proporcionan a nuestro cuerpo bienestar físico y mental. Además, un sistema nervioso tranquilo fortalece el sistema inmune, algo muy apropiado para combatir cualquier infección y enfermedad. Si esto es así, ¿cómo podemos estimular las emociones positivas en un momento de miedo como este? Haga ejercicio, un estudio reveló que con siete minutos es suficiente para que el cerebro empiece a liberar dopamina, además también reduce problemas cardiovasculares en el futuro. Dormir bien es otra cosa que podemos hacer para estar tranquilos, así que cuando no pueda escuche música relajante, esta le ayudará a conciliar el sueño.

También intente sonreír más e imagine todo lo que hará cuando termine este capítulo de cuarentena, comparta momentos alegres con sus seres queridos y agradezca todo lo bueno que le ocurre día a día. De esta manera el miedo que ronda constantemente se podrá contrarrestar.

Referencias

 

Virus y bacterias: dos mundos opuestos

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Microbios, microorganismos, gérmenes, virus y bacterias suelen ser términos que consideramos sinónimos y que además nos evocan lo mismo: asco y enfermedad. Pero una bacteria, un parasito o cualquier otro microorganismo busca lo mismo que nosotros: vivir y reproducirse. Aunque su estrategia efectivamente no es la que más nos beneficie. Muchos de estos organismos encuentran en los humanos un ambiente rico en nutrientes, cálido, húmedo y con una capacidad de renovarse constantemente, por ende no es sorprendente que muchos microorganismos hayan desarrollado la capacidad de sobrevivir, adaptarse y reproducirse en los humanos. Y aunque todos parezcan lo mismo, no lo son y no actúan de igual manera. Virus y bacterias son dos mundos opuestos.

¿Qué son los virus?

 

Los virus son parásitos microscópicos, generalmente más pequeños que las bacterias, aunque actualmente se conocen virus más grandes. Se les considera parásitos pues no sobreviven ni se reproducen fuera de un huésped. Curiosamente, los virus se mueven en los límites de lo vivo, pues contienen una de las dos moléculas de la vida: ADN o ARN, pero no pueden replicarse por sí solos, de ahí que sea necesario invadir e infectar un huésped. Para ello, utiliza generalmente tres entradas: vías respiratorias, heridas expuestas o la saliva de un insecto que nos picó como por ejemplo los virus que causan la fiebre amarilla o el dengue.

Una vez adentro, los virus se unirán a receptores específicos de las superficies de las células huésped como dos piezas de rompecabezas. Muchos virus pueden unirse al mismo receptor celular así como un solo virus puede unirse a diferentes receptores de la superficie celular. Luego, cuando el virus ya está unido a los receptores de las células del huésped tiene varios mecanismos de penetrar la célula. El VIH, por ejemplo, es un virus que tiene envoltura celular lo que permite que se fusione con la membrana celular del huésped y se vaya empujando hacía dentro. El virus de la gripe, que también tiene envoltura, es engullido por la célula y otros virus que no poseen envolturas como por ejemplo, el virus del Polio crean un canal de entrada poroso y se entierran a través de la membrana celular del huésped.

Todo lo anterior no es más que una estrategia de invasión para que una vez adentro de las células huésped el virus actúe como el caballo de Troya. Los virus liberan sus genomas interrumpiendo o secuestrando parte del funcionamiento celular para que la célula del huésped trabaje a su favor produciendo cientos de proteínas virales. Con ello, el virus logra reproducirse tanto adentro como afuera del huésped, por ejemplo, cuando se tiene resfriado común, un estornudo emite casi 20000 microgotas que contienen partículas de rinovirus o coronavirus y solo con tocarlas o respirarlas el virus se propagará.

¿Qué son las bacterias?

 

Las bacterias son organismos microscópicos unicelulares que a diferencia de los virus pueden subsistir por sí mismas y reproducirse. Habitan y prosperan en diferentes entornos del planeta e incluso al interior de otros seres vivos. De hecho, el ser humano posee millones de bacterias indispensables para su salud e incluso, utiliza otras de manera eficaz para diferentes procesos alimenticios e industriales.

Las células bacterianas, generalmente, están rodeadas por cubiertas protectoras: una pared celular externa y una membrana celular interna. Ciertas bacterias, como los micoplasmas, no tienen pared celular, mientras otras pueden llegar a tener una tercera capa protectora llamada cápsula. Además, se reproducen mediante un proceso llamado fisión binaria, donde una sola célula se divide en dos células hijas idénticas y cada célula se volverá a reproducir en otras dos y así sucesivamente. De esta manera, cuando una bacteria no deseada ingresa al cuerpo, rápidamente comienza a dividirse y propagarse generando una infección como por ejemplo la amigdalitis, faringitis, infecciones en el tracto urinario o digestivo, entre otras. Cuando esto ocurre una prueba médica determina qué bacteria es y según su naturaleza se trata con un antibiótico que, dependiendo su acción, puede destruir las cubiertas protectoras de las bacterias.

¿Cómo tratamos las infecciones virales y de bacterias?

 

Como la naturaleza de las bacterias y los virus es totalmente diferente, los tratamientos para controlar estos organismos ante una infección también son totalmente diferentes. Una infección bacteriana se puede eliminar con antibióticos, mientras que los virus no responden a estos medicamentos por ello, cuando tengamos gripa u otro virus, no usemos antibióticos esto no elimina los virus y en cambio sí traen otros problemas más complejos para nuestra salud. Los virus son controlados por nuestro sistema inmune que usualmente es capaz de combatir la causa del problema, eso sí, tendremos que soportar algunos días los incomodos síntomas de tal infección, aunque también existen algunos medicamentos antivirales que ayudan a tratar dichos síntomas, pero al final la infección se habrá eliminado. Una vez que le ganemos la batalla a un tipo de virus, generalmente nos volvemos inmunes a contraerlo nuevamente o por lo menos durante un periodo de tiempo significativo.

Por supuesto, un sistema inmune saludable ayuda a la recuperación de cualquier tipo de patógeno que ingrese al cuerpo, incluidas bacterias y virus, pero conocer la diferencia de las infecciones y de los microorganismos que las causa también nos ayuda a saber qué hacer adecuadamente.

Referencias

 

¿Cómo enfrentar psicológicamente la cuarentena?

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Los seres humanos somos una especie sociable y adquirir habilidades sociales es parte fundamental de nuestra salud mental. Las habilidades sociales son conductas aprendidas basadas en normas y construcciones en conjunto que permiten a las personas interactuar con otros. Las habilidades sociales hacen parte de los procesos de adaptación social, crean y mantienen relaciones existentes y generan efectos a largo y corto plazo sobre la vida de un individuo. Por lo tanto, los niños y los adolescentes están en una edad crucial para el desarrollo de habilidades sociales entre sus iguales y sobre todo en un periodo importante para la construcción de relaciones afectivas a través de la amistad. La escuela y el hogar son entornos importantes de la vida que juegan un papel fundamental en el desarrollo de las habilidades sociales en niños y adolescentes y por ende, maestros y padres de familia tienen un rol importante en la creación de espacios que permitan la interacción y el desarrollo de dichas habilidades. En estos tiempos de cuarentena y, dependiendo el caso, de aislamiento social, los niños y adolescentes pueden verse afectados emocionalmente por la pérdida de ese espacio escolar que permitía la construcción de amistades y que es tan importante a la hora de amortiguar los conflictos personales que se tengan, e incluso que se dan en el hogar. Un niño sin amigos es más propenso a la depresión, problemas de adaptación social y afectaciones cognitivas y comportamentales. Por ende, aunque esta crisis es momentánea ya podría estar pasando factura de cobro en la vida de muchos niños, mucho más si para ellos el efecto de cuarentena se prolongará.

Señales de alerta

 

Algunos estudios muestran que los niños que estuvieron expuestos a un proceso de aislamiento social o cuarentena, bajo alguna pandemia, podían presentar una mayor probabilidad de desarrollar trastorno de estrés agudo, trastorno de adaptación social y dificultad en la superación del duelo. Además, dependiendo de las condiciones físicas, económicas y emocionales que estén llevando sus padres, estos, podrían aumentar los conflictos familiares y con ello presentarse algunas crisis emocionales a temprana edad. A continuación, se describen algunas señales de alerta que como padres pueden detectar en el comportamiento de sus hijos y que al ser rutinarias mostrarían evidencia de estrés emocional.*

  • Disminución del interés en sus actividades favoritas

  • Sensibilidad extrema al rechazo o al fracaso

  • Tristeza frecuente o llanto varias veces al día sin causa aparente

  • Desesperación y aumento de pataletas

  • Cansancio extremo o debilidad muscular

  • Baja energía o no querer hacer nada

  • Aumento de la irritabilidad

  • Cambios importantes en los patrones de sueño y de alimentación (dormir más o menos horas- comer más o menos proporciones de sus patrones normales)

  • Miedo excesivo o temores obsesivos por la muerte

  • Volver a orinar la cama sin razón alguna más de una vez

  • Problemas para concentrarse o realizar sus tareas como antes

  • Esconderse o aislarse de los miembros de la familia por mucho tiempo

  • Necesidad de dormir acompañado

*Las señales aquí descritas representan un consolidado de conductas que, según los expertos, podrían dar evidencia de estrés infantil o juvenil. En ningún caso representan un diagnóstico médico.

¿Qué podemos hacer?

 

Los niños y los adultos perciben las cosas de manera diferente, pero la mayoría de los niños tienen altos índices de adaptabilidad emocional. Como el espacio escolar ya no está presente en sus vidas, por lo menos en estos momentos, es importante generar actividades y momentos que permitan a los niños crear, construir, aprender y lidiar con los momentos de aburrimiento y soledad. A continuación, se describen algunas pautas importantes a llevar a cabo para que tanto padres como hijos puedan fortalecer y cuidar su salud mental.

  • Cuide su salud mental: Aunque ser padres de familia implica gastar gran parte de la energía en los hijos, en este momento es necesario sentirse y estar bien para ayudar a los más pequeños. Revise algunas pautas que pueda aplicar para su bienestar físico, mental y emocional en cuarentena. Maloka ofrece algunas las pautas desde una revisión de expertos en el tema, para que pueda aplicarlos.

  • Establezca un plan de familia: Es importante que los padres escuchen y sean empáticos con los miedos de sus hijos, hablen con sinceridad sobre la situación local y sobre todo la familiar ¿cómo se sienten? ¿qué piensan? ¿qué creen que han perdido? Luego de conversar y escuchar los sentimientos compartidos es importante establecer un plan de familia, las rutinas que tendrán tanto los que estén en casa como los que quizás deban salir, las pautas de higiene, las labores de casa y demás detalles que implique esto. Cuando los niños saben qué pasa y qué se hará en casa pueden sentirse más protegidos y así reducirán gran parte del estrés.

  • Conozca a su hijo: Saque a su hijo del cuarto, del televisor y de su propio mundo y permita conocer a su hijo y que su hijo lo conozca. La idea no es que usted tenga interrogatorios con su hijo como si fuera un detective, la idea es que mediante preguntas apropiadas, usted, pueda ir conociendo a su hijo, lo que le gusta, lo que no, sus conflictos, sus alegrías, lo que lo pone triste o enojado, sus miedos, etc. Inicie usted contando cosas de su vida, así su hijo puede entrar en confianza y responder cosas que nadie posiblemente le había preguntado. No tiene que hacerlo todos los días ni a toda hora, simplemente permita que ese espacio llamado hogar este lleno de personas que realmente se conocen.

  • Organice una rutina con su hijo: Quizás es una de las cosas que más escuche por varios expertos en el tema y aunque la palabra rutina no es muy agradable, una vida sana se compone de varias rutinas. Como se mencionó desde el primer punto, lo primero es que los padres organicen sus propias rutinas y luego establezcan con sus hijos una rutina que incluya el horario normal de clase y en este se pueda desarrollar las tareas que se han dejado según el sistema que estableció el país para ello. Evite que su hijo tenga días sobrecargados de tareas escolares y que pierda noción de tiempo. Si es necesario continúe con el horario escolar que venía manejando para que cuando pase esta contingencia no pierda el hábito de cumplir horario. Luego establezca otros espacios de tiempo para el juego, hacer deporte y pasar tiempo con sus mascotas si las tiene. No sobrecargue a sus hijos pequeños de deberes, pero revise algunas habilidades que le puede enseñar y que le serán útiles en su vida.

  • Los niños deben recibir baños de sol: Sean cual sean las condiciones que enfrenten de cuarentena o aislamiento social, todos los miembros de la familia deben tomar baños de sol, pues sus beneficios no solo son físicos sino además contribuyen al desarrollo cognitivo y psicológico de los niños. La vitamina D, que se fabrica en el cuerpo por lo que comemos y por los rayos del Sol, es absolutamente necesaria en la salud de huesos, músculos y sistema inmune, así que los niños en su etapa de crecimiento necesitan sí o sí esta vitamina.

  • Hábitos sanos: Los padres de familia en gran medida son los responsables de la salud de los niños, pues no solo deben cubrir sus necesidades básicas, sino además educarlos con el ejemplo. Establezcan como familia hábitos saludables de alimentación, ejercicio y descanso con sus hijos. La comida de la casa siempre será la más rica, así que saquen como padres tiempo para realizar recetas saludables con los nutrientes que sus hijos necesitan, pero de vez en cuando preparen algunos pastelillos o quizás un buen dulce después del almuerzo no solo alegre el estómago sino la vida también. En este punto es muy importante considerar que una vida sedentaria llena de carbohidratos o de dulces no solo puede hacer que los niños suban unos kilitos de más, sino que se pueden presentar deficiencias nutricionales y además cambios en su digestión que conducen a diarrea o estreñimiento.

  • Cuide a sus hijos: Los adultos, aun en época de cuarentena pueden buscar ayuda o huir de casa de ser necesario, los niños no. Una de las principales fuentes de violencia y abuso contra los niños infortunadamente es el hogar. Sin embargo, la primera y más importante línea de defensa que tiene un niño son sus padres, busque proteger a sus hijos de posibles actos de violencia intrafamiliar que se puedan generar entre hermanos y otros miembros e incluso protéjalos de sus propios actos de enojo o estrés. Si por algún motivo sus hijos u otro miembro de la familia está en peligro, busque ayuda en las líneas dispuestas desde la alcaldía local.

  • Que el domingo se sienta domingo: En la cuarentena es muy fácil perder la noción del tiempo y si se hace lo mismo todos los días pues los niños estarán más aburridos y por ende sus niveles de estrés aumentarán. Si bien, no es conveniente salir en estos momentos de casa, permítanse como familia levantarse más tarde los fines de semana, comer uno que otro antojo, ver alguna o varias películas y sobre todo fortalecer vínculos afectivos. Quizás, muchos padres de familia, tengan que seguir dejando a sus hijos con cuidadores y por sus labores no se puedan quedar en casa, así que, ese día haga que el domingo se sienta domingo y disfruten en familia los momentos cortos que tienen para llenarse de cariño.

  • Reduzca el tiempo de uso de dispositivos móviles: El uso de la tecnología móvil ha crecido rápidamente en las últimas décadas. Niños y adolescentes no están ajenos de ello y al encontrarse bajo situaciones de aburrimiento en casa nada mejor que el uso del celular. Sin embargo, además de los riesgos físicos que esto conlleva sobre todo en el sedentarismo infantil y juvenil, podrían ser víctimas de ciberdelincuencia de todo tipo. Por otra parte, aumentaría el aislamiento social y cognitivo de los niños que al no interactuar con compañeros de su edad reducirían sus habilidades sociales naturales. Celulares, tabletas y videojuegos pueden hacer parte de la rutina de entretenimiento de los niños, pero bajo un horario establecido y con condiciones de uso.

  • Es hora de llamar a los que quieres: Aproveche las facilidades de la tecnología en comunicaciones para que sus hijos puedan comunicarse con familiares, especialmente con los abuelos si aún cuenta con ellos, pues a ambos les hará bien emocionalmente. Además, si le es posible hable con los padres de los amigos más cercanos de sus hijos y establezca una videollamada con ellos, el que su hijo vea y charle con sus amiguitos le permitirá sentirse acompañado y sabrá que no es el único que está pasando por estos momentos.

  • Juegue y vuelva a jugar con ellos: El juego es fundamental en el desarrollo físico, cognitivo, emocional y social de los niños. Varios estudios muestran que aquellos niños que tuvieron periodos más largos de juegos motrices desarrollaban mejores habilidades sociales. No tiene que ser el más experto en juegos ni enloquecerse inventando qué hacer con sus hijos, simplemente retome aquellos juegos de la infancia que para usted eran divertidos: escondidas, golosa, la gallina ciega son solo ejemplos que puede incluir, el objetivo es que vuelva a ser un niño con ellos y terminen los días alegres con grandes carcajadas.

  • No vea ni escuche noticias abrumadoras con sus hijos: Si todo esto es confuso y abrumador para los adultos, imagine el punto de vista de su hijo. Recuerde que, dependiendo la edad, muchos niños ven el mundo desde la mirada de sus padres, así que si usted está estresado, con miedo y angustia, sus hijos así miraran el mundo y para ellos pueden ser más desconsolador. Manténgase informado y hable claro con sus hijos cuando sea necesario, responda sus preguntas y hágale saber que aunque es normal estar preocupados ustedes como familia están haciendo lo correcto según el plan que diseñaron para estar bien.

  • Enseñe a su hijo la gratitud: Aunque la gratitud es vista como una cualidad que mejora las relaciones familiares y sociales, la ciencia ha descubierto que también tiene beneficios cerebrales, especialmente en su capacidad para generar redes neuronales que le permiten a las personas disminuir el estrés y aumentar la serotonina, un neurotransmisor que nos hace sentir bien. Enseñe a sus hijos a ser agradecidos con lo valioso que puedan encontrar en sus vidas, quizás las circunstancias les ayude y puedan encontrar en esas pequeñas cosas que antes eran cotidianas y hoy no lo son, un regalo para agradecer.

  • Ustedes siempre serán los héroes de sus hijos: Las circunstancias que está enfrentando el mundo nos ponen al filo de nuestra verdadera humanidad. Muchas personas y profesiones son hoy un verdadero recordatorio que los héroes si existen y que están más cerca de lo que imaginamos. Hoy, reconocemos la labor de los educadores, de los profesionales de la salud, de los campesinos, de los transportadores y de tantos rostros que eran invisibles, pero es importante tener en cuenta que los héroes más cercanos para los niños son sus padres, así que a pesar de lo difícil que pueda parecer la situación y de lo complicado que se vea el mañana, ellos los necesitan más que nunca. La salud mental y emocional de los niños se fabrica en hogares más estables, más solidarios, más unidos y más afectuosos. Encuentre sus mejores armas para que juntos como familia puedan pasar por esta cuarentena y no olvide que esto es temporal.

Referencias

 

Pandemias: Una historia de supervivencia

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Introducción

 

Nuestra especie a lo largo de su historia ha tenido que enfrentar varios capítulos de enfermedades infecciosas que, incluso, en algunos momentos la tuvieron al borde de la extinción. El COVID-19 nos recuerda que virus, bacterias y parásitos han matado más seres humanos que los desastres naturales y las guerras. Un ejemplo de ello, lo muestra la malaria, enfermedad causada por un parásito que mata más de 1,2 millones de personas al año. Sin embargo, una de las ventajas evolutivas más importante que poseemos como especie es nuestra gran capacidad adaptativa y hoy, seguimos transitando un camino de lucha y supervivencia.

¿Qué es una pandemia?

 

Las pandemias son brotes a gran escala de enfermedades infecciosas que pueden aumentar la mortalidad y la morbilidad en un área geográfica amplia e impactar la economía, la población en general y la política. Las pandemias han aumentado en el mundo por los efectos de globalización, viajes, medios de transporte, urbanización, cambios en el uso de la tierra y la explotación ambiental. A continuación, un breve resumen de algunas de las pandemias más fuertes que ha enfrentado la humanidad.

La peste negra (1346-1353)

 

La peste Negra arrasó el Medio Oriente y Europa en los años 1346-1353. Desde ese entonces hasta el siglo XVIII sería una compañera intermitente de la población europea. Aunque no se sabe con exactitud cuántas personas murieron, muchos historiadores coinciden que pudo acabar con un tercio de la población mundial en esos tiempos. Los síntomas eran múltiples, desde fiebre superior a los 39 grados centígrados, sangrados por nariz y otros orificios hasta “bolsas” o bubones negros en el cuello, axilas, brazos o piernas que tras estallar liberaban pus y mal olor, de ahí su nombre como peste negro o peste bubónica. El personal sanitario que aunque no tenía experticia en enfermedades infeccionas y desconocía grandes avances en medicina como los que tenemos hoy, empezaron a cuidarse del contagio usando mascarillas en forma de pico, botas hechas de cuero de cabra, llevaban guantes y tocaban al paciente con bastón.

Muchos desarrollos importantes en la medicina ocurrieron en el contexto de la peste como el descubrimiento de la circulación de la sangre, el manejo de salud e higiene pública, metodologías de disección.

La gripe Española (1918-1920)

 

En 1918, una cepa de gripe del subtipo A (H1N1) que luego sería conocida como gripe española, aunque se considera que su origen ocurrió fuera de España, causó una pandemia que se extendió rápidamente infectando a 500 millones de personas y mató cerca de 50 millones de personas. De hecho, muchos grupos indígenas quedaron al borde de la extinción. Los síntomas iniciales de esta enfermedad incluyeron dolor de cabeza, cansancio, tos seca, pérdida del apetito, problemas estomacales y finalmente afectaba los órganos respiratorios desarrollando una neumonía que fue la causa de muerte.

Gripe asiática (1957-1958)

 

La pandemia de la gripe asiática fue otra muestra mundial de influenza. Con su expansión desde China, la enfermedad mató más de 1,1 millones de personas. Se considera que esta gripe fue una recombinación de virus (h1N2) de origen aviar menos virulento que el de la gripe española. Además, los sistemas de salud estaban mejor equipados y preparados para afrontarla y ya se disponían de antibióticos para su tratar las complicaciones bacterianas que traía el desarrollo de la enfermedad.

VIH-SIDA (1981-actualidad)

 

El SIDA ha cobrado aproximadamente 35 millones de vidas desde que se identificó por primera vez en 1981. El VIH, el virus causante del SIDA, pertenece a la familia de los retrovirus que probablemente se transfirió de los primates a los humanos en África occidental en 1920. Este virus afecta el sistema inmune casi en su totalidad permitiendo que se desarrollen infecciones oportunistas u otras afecciones mortales. El virus se expandió por el mundo y la enfermedad se convirtió en pandemia a finales del siglo XX. A partir de 1990, la medicación efectiva ha permitido a las personas infectadas llevar una vida normal y a principios de este año dos personas se han curado del VIH, un evento alentador para actuales y futuras investigaciones.

Gripe porcina H1N1 (2009-2010)

 

La pandemia de gripe que se descubrió en el 2009 fue causada por una nueva cepa de H1N1 y tuvo su origen en México. En un año, 1.400 millones de personas ya estaban infectadas en todo el mundo y mató 18.500 personas confirmadas por laboratorio, aunque nuevos estudios muestran que posiblemente fueron más de 151.000.

El 59 % de las muertes ocurrieron en el sueste de Asia y África, con mayor mortalidad en niños y adultos jóvenes. Esta pandemia se contrarrestó con tratamiento antiviral.

La humanidad siempre ha enfrentado pandemias y sus consecuencias, si bien millones de vidas se han perdido, hemos aprendido, sobrevivido, adaptado y fortalecido. Hoy, como humanidad divisamos un nuevo reto y es necesario que seamos fuertes, responsables y bondadosos con todos. Por eso, no te contagies y no te vuelvas un medio de contagio. Sigue los consejos de los profesionales de la salud y las autoridades civiles y esta también será una batalla ganada.

Referencias

   

Mitos y verdades sobre el COVID-19 (II Parte)

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¿El virus que produce el COVID-19 se hizo en un laboratorio?

 

No existe ninguna evidencia científica que el virus sea artificial o se haya modificado en un laboratorio. Por el contrario, diferentes estudios muestran que el SARS-CoV-2 presenta una sofisticada propiedad para unirse a un receptor celular ACE2 que está presente en los pulmones, arterias, corazón, riñón e intestinos de las células humanas y es ahí donde causa daño. Si se hubiese creado mediante una manipulación genética, un sistema de genética inversa que existe para los betacoronavirus probablemente se hubiera utilizado para crear rápidamente un control de este virus. Además, hoy, los científicos consideran que el origen de este virus pudo tratarse de dos posibilidades (I) selección natural en un huésped animal antes de la transferencia zoonótica y (II) selección natural en humanos después de la transferencia zoonótica. Estos dos posibles orígenes son investigados, pues no solo involucra a una especie determinada de murciélagos como se creía, sino otras especies silvestres de pangolines y sobre todo un proceso complejo de evolución.

¿Es el COVID-19 una sentencia de muerte?

 

No. Cerca del 81 % de las personas infectadas con el COVID-19 presentan efectos leves, alrededor del 13.8 % presentaría una enfermedad grave con dificultad respiratoria y 4,7 % tendría un estado crítico, lo que significa que se presentará una insuficiencia respiratoria considerable que deberá ser tratada en unidades de cuidados intensivos. De esto, solo el 2,3 % de las personas infectadas con COVID-19 morirían a causa del virus y la respuesta inflamatoria del cuerpo. No es necesario entrar en pánico, es una cuestión de prepararse, tomar medidas y protegerse a sí mismas y a los demás. ¡Quédate en casa y sigue los consejos de los profesionales de la salud!

¿El virus SARS-CoV-2 solo es una versión mutada del resfriado común?

 

No. No es una versión mutada ni mejorada del resfriado común. El SARS CoV-2, pertenece a la familia de los Coronavirus que generan diferentes enfermedades y aunque comparte similitud con otros coronavirus, que por ejemplo causan resfriado común en los humanos, este virus comparte aproximadamente 90 % de su material genético con Coronavirus que infectan a murciélagos y otras especies, lo que podría haber conducido a una transferencia zoonótica. Además, sus efectos en el cuerpo dependiendo la respuesta inmune que se tenga, trae complicaciones más agudas que un resfriado común.

¿Lavar las verduras y frutas con agua y jabón detiene el virus?

 

Una de las mejores estrategias de control contra el COVID-19 ha sido la higiene y la desinfección de las manos con agua y jabón. Sin embargo, lavar verduras y frutas con agua y jabón no es una buena idea, pues podrían generarse problemas de toxicidad al consumir jabones que podrían traer dificultades estomacales serias.

Un estudio reciente mostró que el virus podía sobrevivir en diferentes superficies como cartón, plástico y acero en diferentes periodos de tiempo, pero la desinfección en vegetales y frutas con productos de limpieza doméstica no es necesaria, solo es cuestión de seguir prácticas de lavado eficaces de estos alimentos con agua del grifo.

¿Los suplementos de vitamina C impedirán que ingrese el virus a nuestro cuerpo?

 

Las investigaciones no han encontrado ninguna evidencia que los suplementos de vitamina C y mucho menos una dosis superior diaria puedan generar algún tipo de inmunidad respecto a la infección del COVID-19. De hecho, muchos estudios sugieren que tomar vitamina C ni siquiera evita el resfriado común, solo contribuye con acortar su duración.

Si bien, la vitamina C es fundamental en la función del sistema inmune y debe consumirse en la dieta, es poco probable que las altas dosis de este suplemente reduzca el riesgo de contraer la enfermedad, esto incluye otros inmunoestimulantes como el zinc, el té verde o demás. Por favor, tenga cuidado con posibles anuncios que prometan productos o tratamientos contra el COVID-19, hasta ahora no hay ningún tratamiento oficial por parte de los grupos científicos que trabajan en el control de esta enfermedad. Si bien se manejan algunos medicamentos que tratan otras afecciones esto no constituye un tratamiento oficial y mucho menos cuando no en todos los pacientes es funcional.

¿Pueden transmitir el virus del COVID-19 las personas que ya están recuperadas?

 

El virus puede permanecer en las personas infectadas por lo menos dos semanas después de su recuperación. Un estudio revela que al menos una proporción de pacientes recuperados aún pueden ser portadores de virus, por lo cual un manejo de cuarentena de diez días después de la recuperación total podría ser clave en evitar el contagio de familiares o personas cercanas. Recuerda que es un compromiso de todos cuidarnos y cuidar de otros.

Referencias

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Mitos y verdades sobre el COVID-19

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A medida que la pandemia del COVID-19 continúa expandiéndose, cada día, científicos y personal médico descubren nueva información sobre el virus SARS-CoV-2 y por diferentes medios de comunicación circulan múltiples consejos sobre cómo protegerse, cómo manejar la cuarentena y qué hacer en determinados casos de salud. Sin embargo, mucha de esa información puede ser medias verdades o mentiras. Para ello, siempre es bueno consultar fuentes fidedignas y apoyarse del conocimiento de personas expertas en el tema. A continuación, mostraremos algunos de los mitos más comunes que podemos encontrar sobre esta enfermedad.

¿Los remedios caseros contra la gripa ayudarán a matar el virus?

 

Gárgaras con té caliente o vinagre, ajo con miel, limón con bicarbonato de sodio y agua de panela con jengibre quizás sean buenos compañeros en los resfriados comunes e incluso en muchas personas que ya tienen el COVID-19 puede ayudarlos a sentirse mejor en las primera fase de la enfermedad, no existe ninguna evidencia científica que estos remedios maten o controlen la acción del virus en el cuerpo. De hecho, es muy importante que ninguna persona tampoco utilice desinfectantes domésticos como cloro o lejía para rociar su cuerpo ni mucho menos aplicarlos en la piel.

El COVID-19 es un virus chino

 

No es así. Categorizar a un virus basado en una etnia, raza o población particular es un acto racista que no tiene nada que ver con la realidad. SARS-CoV-2, el virus causante de COVID-19 es un virus perteneciente a la familia de los coronavirus, una gran familia de virus de ARN que pueden infectar animales y personas, causando enfermedades respiratorias, gastrointestinales, hepáticas y neurológicas. Los nuevos coronavirus, como este, pueden surgir periódicamente en humanos pues tienen una amplia distribución debido a su diversidad genética, la recombinación de sus genomas y el aumento de las actividades humano-animal (Wu et al., 2020).

La mascarilla desechable o tapabocas me protege contra el virus

 

No. Las mascarillas desechables que son de venta libre no pueden filtrar en su totalidad las gotas respiratorias que otras personas liberan por toser, hablar o estornudar pues no poseen filtros especializados que sí presentan las mascarillas de bioseguridad que usan los profesionales de salud. Además, es muy probable que cuando te quites la mascarilla pases accidentalmente tus manos por la cara y el virus se pueda trasladarse de la mascarilla a las vías respiratorias. Evita salir de casa y si debes hacerlo mantente alejado de las personas mínimo 1 metro de distancia. Usa tapabocas o mascarilla desechable si estás enfermo o si cuidas un paciente en casa y de ser posible cambia cada día el tapabocas. Recuerda que la mejor arma contra el virus es lavarte muy bien las manos con agua y jabón.

¿Podemos transmitirle el virus a nuestras mascotas o ellas nos pueden transmitir el virus?

 

El virus que causa el COVID-19 pertenece a una familia de virus que tiene el potencial de infectar y causar enfermedades a una gran cantidad de mamíferos, aves y humanos. Sin embargo, hasta el día de hoy no hay ninguna evidencia que las mascotas y el ganado puedan transmitir el virus a los humanos, pero no hay estudios que puedan establecer si alguien contagiado pudiera transmitirle el virus a las mascotas, por tanto si estás enfermo de COVID-19 lo mejor es aislarse de las personas y mantener una distancia prudente con tus mascotas.

¿El COVID-19 se transmite por tener relaciones sexuales?

 

El virus no se considera una enfermedad de transmisión sexual, pues hasta hoy no se conoce que se transmita por contacto genital, pero si se puede transmitir por besos, contacto cercano de persona a persona al transferir gotas respiratorias cuando se habla, se estornuda o se tose. Sin embargo, los expertos en neumología aconsejan que por el momento se evite conseguir una nueva pareja intima. Evite el contacto cercano, incluso con los miembros de su familia, de esta manera se reducirá la propagación del virus que usualmente tarda en incubarse entre 2 a 14 días. Ya llegarán los días de volver a abrazarnos y ser afectuosos con quienes amamos.

¿Existe algún medicamento contra el COVID-19?

 

Hasta la fecha no existe un medicamento o tratamiento específico contra esta enfermedad. Sin embargo, dependiendo de la respuesta inmunológica del paciente, sus antecedentes en otras enfermedades y cómo se comporte ante la enfermedad, se han venido aplicando diferentes tratamientos para contrarrestar las complicaciones médicas que pueda tener cada paciente. Actualmente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras entidades de investigación que incluyen grupos farmacéuticos están luchando por hallar uno o más medicamentos que contribuya a contrarrestar la enfermedad. Varios tratamientos han demostrado ser eficaces in vitro, pero es necesario mucha más investigación con pacientes, lo que tardará más tiempo.

¿Los antibióticos pueden curar o prevenir el COVID-19?

 

No. Los antibióticos actúan contra las bacterias no contra los virus. Sin embargo, en el desarrollo de la enfermedad y en los pacientes más graves pueden requerir tratamiento con antibióticos al presentar infecciones bacterianas. Evite el uso de antibióticos si no los requiere y no se auto medique.

¿Es obligatorio el uso de gel antibacterial o desinfectante?

 

No. El baño correcto de manos con agua y cualquier jabón de preferencia destruye el virus, pues este está protegido en una estuche graso que el jabón destruye y además, la propiedad resbalante del jabón permite que virus y otros microorganismos terminen en el desagüe al finalizar el baño. El uso excesivo de ciertos antibacteriales puede traer como consecuencia una dermatitis al destruir las bacterias benéficas de la piel de las manos.

¿El virus solo afecta a los adultos mayores?

 

No. Si bien la población de adultos mayores presenta el mayor índice de muertes por esta enfermedad, sobre todo al tener otras afecciones de salud, personas de cualquier edad, incluso niños, pueden contraer la enfermedad y desarrollar un estado crítico. Además, aquella población que no presenta síntomas o tiene síntomas leves puede ser los mayores propagadores del virus.

¿Cuándo estará la vacuna?

 

Todos deseamos que sea pronto, pero para ello se requiere tiempo, recursos e investigación. Si bien, varios países ya adelantan pruebas en humanos, esto aún tomará varias fases de investigación y sobre todo de producción masiva. Así que mientras se genere un tratamiento eficaz o una vacuna, lo mejor que podemos hacer es no ser transmisores del virus: ¡Quédate en casa y lávate las manos con agua y jabón!

¿Qué síntomas son clave en la detección del COVID-19?

Cada persona reacciona de manera diferente al COVID-19, de hecho hay personas que pueden tener la enfermedad y ser totalmente asintomáticos. Sin embargo, los estudios muestran que los síntomas de alerta comunes son: fiebre superior a los 38 grados centígrados, fatiga generalizada con dolor muscular, tos seca que se puede complicar cada día y dificultad respiratoria. Otros pacientes han reportado malestar estomacal, diarrea e incluso vómitos. Recuerde que muchos pacientes del COVID-19 pueden llevar un tratamiento y recuperación en casa, pero la dificultad respiratoria debe ser tratada en un centro médico competente.

Referencias