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“El paso importante no es evolutivo, es un paso social”: Dr. Rodolfo Llinás

En el marco de las Conversaciones Inusuales de Maloka, el neurocientífico habló sobre su más reciente investigación, que está relacionada con la apraxia y cómo este síndrome afecta a las personas y a la evolución de la sociedad.

CONFERENCIAS

ESCRITO POR: MALOKA

Saber cómo funciona el cerebro ha sido la obsesión del neurocientífico, Rodolfo Llinás desde que era un niño, pues a una corta edad se dio cuenta que este órgano tenía funciones tan vitales e importantes como transformar o crear realidades.

Por más de 35 años, el Dr. Llinás, que es uno de los asesores científicos de Maloka, ha realizado diversas investigaciones que le permitieron determinar todos los pormenores de cómo se da la conciencia humana, entre otros hallazgos que lo catapultaron como uno de los científicos más importantes del mundo y que lo han hecho merecedor de varios e importantes galardones.

Su última investigación fue revelada en la franja de Conversaciones Inusuales, durante un diálogo que sostuvo con Adriana Correa, presidente ejecutiva del Museo, a quien le habló sobre la apraxia, un síndrome neurológico que indica que hay una estructura funcional cerebral que tienen algunas personas que incide en su toma de decisiones, lo que explica según él porque para muchos es difícil pasar “del dicho al hecho”.

 

Adriana Correa: Sabemos que su hijo y usted descubrieron un nuevo síndrome, cuéntenos de qué se trata este hallazgo y ¿cuál es esa conexión tan poderosa que usted ve con la praxis y los colombianos?

Dr. Rodolfo Llinás: El jefe de neurología en John Hopkins me contó que tenía un grupo de pacientes que tenían un síndrome complejo, porque podían caminar, hablar y hacer toda esta clase de situaciones, pero había cosas que no podían hacer. Por ejemplo, tenemos una persona que es director de algo importante, que tiene una conferencia y tiene que firmar y resulta que no puede firmar, es decir, el sistema no se lo permite. Y claro, es rarísimo, pero con pulso firme “es que no puedo”, “¿cómo no puede?, “puedo hablar, pero no puedo firmar”, bueno, “¿entonces es que no quiere?” y dice, “no, quiero firmar, pero no puedo”. Esa es una descripción típica de apraxia, que le pasa a mucha gente. Resulta que les va bien en la vida, pero hay cosas que les es imposible hacer. Entonces la situación es ¿de qué se trata?, ¿cómo se puede encarar este problema?

Hablando con Rafael le dije: “mire, ¿por qué no llamamos esto apraxia? Que es la incapacidad de practicar lo que uno quiere hacer, es decir, transformar en movimiento pensamientos, transformar en movimiento lo que tú quieras.

Este trabajo se mandó a publicar y están corrigiéndolo, en fin. Pero el tema es interesante, porque no solamente pasa en el cerebro, sino que también en la sociedad. Pero ¿cómo? Pues la gente habla, pero no hace. Y eso es lo complejo del problema: la incapacidad de hacer lo que se dice. Esta es una situación sumamente común en las sociedades. Yo creo que particularmente en Colombia, donde la gente habla, pero no hace.

Yo tengo un ejemplo bellísimo del problema y fue la reunión de los sabios que organizamos hace 30 años sobre la educación, lo que se podría hacer y toda clase de ideas que iban a cambiar la estructura social económica. Se hizo, se escribió y nunca se hizo nada. No se llevó, no se hizo y sí se habló, pero no se hizo. Entonces tenemos que este es un problema social gravísimo, que hay que reconocer y hay que tratar de hacer algo al respecto. Entonces quería que habláramos de praxis y de apraxia, ¿qué le parece?

 

AC: Maravilloso. Háblenos entonces de esa necesidad de cómo se ha materializado ese encanto suyo por la ciencia, por los museos, por la investigación; la conexión de eso con esta pulsión suya por conectarse con Maloka en estos últimos años con esta donación de los dinosaurios. ¿Esto por qué es significativo?, ¿y por qué esto tiene que ver con lo que estamos hablando, que es traducir el pensamiento en acción?

RL: La situación con Maloka no es diferente de lo que pasa en Colombia y en todos los sitios o en todos los aspectos donde hay situaciones sociales que requieren colaboración. La cuestión es cómo denominar y cómo modular ese problema, yo propuse que llamaremos a eso praxis, de practicar, lo que es interesante por dos razones: primero, porque implica que haya un deseo de hacer algo y una capacidad de hacer. Y la importancia radica en que esto es el punto central de problemas políticos, económicos y personales.

En el caso neurológico, hay individuos que tienen apraxia, que saben hablar, pero no pueden escribir. Como le contaba, hay un presidente de una compañía que necesita urgentemente firmar, pero no puede hacerlo, “no puedo, sé cómo debo firmar, pero no puedo hacerlo”. Entonces la capacidad de transformar pensamiento en acción es una apraxia. Lo mismo ocurre en la sociedad, donde hay un deseo social y una incapacidad de generar el efecto requerido para que se produzca lo que se está pidiendo. Entonces, no solamente hablando de Maloka, sino hablando en general de las estructuras sociales, el problema de la praxis no se ha entendido ni se ha tratado de mejorar, es decir, como decía al momento, del dicho al hecho hay mucho trecho y se habla pero no se hace.

 

AC: hablemos ahora de su mayor obsesión: el estudio del cerebro. En algunas entrevistas usted ha señalado que la evolución ahora tiene que ser social, se trata de lo que podemos hacer en conjunto y no de lo que podemos hacer como individuos. No se tratará del desarrollo de un súper animal o de un súper hombre sino de si seremos suficientemente inteligentes para no matarnos, para apreciar la belleza de la vida, para asegurar que todo el mundo tenga derecho a la existencia. En este sentido Dsr. Llinás, ¿usted cómo se imagina el siguiente paso evolutivo del hombre en términos cerebrales?

RL: Realmente el paso importante no es evolutivo, es un paso social, con el que el contrato social se respete. Y en ese sentido, nuestro problema básico de ahora es la incapacidad de generar lo que se dice que se va a hacer, es decir pasar del dicho al hecho.

Esta es una situación que no se toma en cuenta. Por ejemplo, yo recuerdo en Colombia hacer alguna cosa en el aspecto de educación y me decían “No, lo que pasa es que hay que hablar con la gente de arriba”, pero esa gente no tiene tiempo, es dificilísimo subir dos pisos para hablar con ellos, además no les interesa. Ese es un ejemplo perfecto de apraxia, donde la gente sabe pero no lo hace. Esa es una característica interesante, porque es sumamente humana. La apraxia, que entre otras cosas, puede ser funcional o puede ser simplemente adquirida, es decir, la persona que no quiere subir porque le da jartera, a la persona que simplemente no puede subir porque las piernas no le sirven…lo que sea, el resultado es el mismo.

Pero el punto serio es la diferencia que existe entre decir y hacer. La diferencia es fenomenal, es inmensa, es monstruosa porque las cosas se dicen, pero no se hacen. Entonces eso es apraxia, la incapacidad de generar inventos que tienen que ver con ideas y me parece importantísimo que podamos hablar de esto. No sé ustedes qué piensan al respecto, no sé el gobierno colombiano qué piensa al respecto. Yo lo divido, como dije hace un momento, directamente con la reunión de los sabios, los cuales hicieron las ideas y pusieron en papel y nunca se hicieron. Entonces la situación es cómo hacemos para que no solamente se hable, sino se haga. Entonces, ese es un problema que hay que tratar profundamente y muy seriamente porque sin la práctica no existe fortaleza de ninguna especie desde el punto de vista social.

 

AC: Y desde el punto de vista evolutivo, de la evolución del cerebro y con este llamado que hace usted en sus reflexiones cuando señala que la evolución será social, que no es individual. ¿Cómo se imagina usted ese siguiente paso de evolución en el cerebro?, ¿habrá uno? o no, ¿el cerebro seguirá siendo el mismo? Porque hay varios teóricos que se lo están imaginando distinto en el futuro, ¿Cómo es ese cerebro en término involutivos o esas capacidades, quizá, sociales o individuales que tendremos más adelante?

RL: No, mire, el cerebro no es el factor limitante. El factor limitante es la estructura social, la cual vive en el cerebro y eso es una situación que poco se entiende, somos más inteligentes de lo que mostramos porque simplemente no se les da a los individuos la posibilidad de realmente utilizar su cerebro. Es decir, pueden hacer cosas repetitivas, tenemos que hacer cosas que no requieren organización, que no requieren pensamiento, que no requieren ideas nuevas, que no les crean curiosidad, ¿sí? Es simplemente se hace sin pensar y, de algún modo u otro, estamos limitando horriblemente en las capacidades intelectuales porque, simplemente, la gente aprende pero no entiende.

Entonces la incapacidad de transformar ideas en movimientos de un objeto, de lo que uno quiera, ese es el problema del que estamos hablando. La dispraxia, la incapacidad de practicar. Esa no es un área nueva, pero se ve que realmente no se ha tomado muy en serio porque es un tanto compleja, si está paralizado está paralizado, pero el que está paralizado porque no quiere y es diferente al que está paralizado porque no puede. Como le digo, he visto muchos pacientes que tienen apraxia y que quisieran poder firmar, pero simplemente no saben cómo hacerlo. Si toman los lápices no les funciona, “no sé firmar”. ¿Pero cómo es posible que no sepa firmar si puede comer y puede moverse? “Comer sí, pero firmar no puedo”. Entonces nos dice muchísimo de cómo funciona el cerebro, ¿no? Pero ya eso es cuestión mucho más técnica.

 

AC: cuando ustedes hacen este hallazgo de este síndrome, ¿qué nos dice esto del cerebro?, ¿para qué nos sirve identificar un nuevo síndrome?, ¿eso cómo le aporta a la medicina o a los campos de investigación?

RL: este papel del que estamos hablando, que hemos mandado a revisar sobre dispraxia va a ser muy interesante, porque es un trabajo que demuestra que no es parálisis, ni es falta de deseo, es incapacidad que tienen algunas lesiones corticales de impedir que se transformen ideas en movimiento. Total, es un problema neurológico que eso no se sabía. Sí, la persona no está paralizada, la persona no tiene dificultades de hablar pero hay cosas que no pueden hacer. Cada individuo tiene una apraxia diferente. Pero es el hecho de que el deseo no genera automáticamente un movimiento o una acción sino que hay una traducción que hay que hacer y si ese sistema traductor se daña, entonces tenemos apraxia.

 

AC: ¿Cómo hicieron para observar esto? Es decir, ¿por qué apenas ahora ustedes lo descubren?

RL: el problema no era muy claro, pero haciendo magnetoencefalografía con mi hijo encontramos que hay un grupo de señales que indican que una persona tiene apraxia, y eso nunca se había visto antes. Por eso es un trabajo sumamente importante, porque explica la estructura funcional intrínseca que le permite a uno tomar decisiones y hacer movimientos basado en esas decisiones.

 

AC: ¿qué podría decirnos del envejecimiento en el cerebro? Usted que justamente a los 86 años acaba de hacer un hallazgo tan importante como el que nos está señalando, con una mente tan inquieta, absolutamente activa y lúcida, ¿qué tan precisas son estas tesis o estas hipótesis justamente de que el cerebro no envejece?, ¿qué sabemos de esto, qué podría decirnos?

RL: Bueno, mire la situación en este momento es muy interesante, porque el trabajo que estamos hablando muestra los cambios cerebrales que se producen cuando hay esa apraxia, es decir, es un problema neurológico.

 

AC: ¿Y tiene que ver con la edad?

RL: Tiene que ver no tanto con la edad, sino con el sistema mismo, es decir, si uno tiene problemas circulatorios o de otro tipo que le dañen el cerebro. Una de las posibilidades que hay es parálisis, otra es apraxia. Y es una cosa que no se había entendido bien y por eso este trabajo es tan importante porque realmente uno dice “no, hay individuos que parecen que están bien, que pueden hablar, pueden hacer todo tipo de cosas, pero hay ciertas cosas que no pueden hacer”. Y uno dice “pero se pueden mover por qué no pueden firmar.” Es que no puede firmar, es que la mano no le funciona para firmar, “pero ¿cómo es posible?”, “pues es posible porque resulta que para firmar se requiere una actividad del cerebro especial y no puede generarla.”

En total, pues, como le digo es una situación, es un es un síndrome neurológico muy interesante que posiblemente va a tener todo tipo de repercusiones y por eso te cuento que realmente, yo estoy muy contento de que eso se esté haciendo, el papel, el trabajo se mandó y hay que ver qué van a pedir que se corrija, en fin, lo de siempre. De todos modos, la situación interesante es que no solamente ocurre en individuos sino también ocurre en sociedades y ese es el salto enorme, que hay sociedades que tienen apraxia. Sí que hablan pero no hacen, y, por decirlo por cuarta, quinta vez, y eso pasa en Colombia. Claro que hay que hacer lo mismo y no pasa, no se hace. No se hace. Es que no se pudo. Es dificilísimo. Entonces, es un problema que hay que confrontar. Que la praxis social es real, que la praxis social hay que tratar de disolverla porque no permite que un grupo social se mejore, porque no permite en ciertas estructuras sociales, no permite que funcione en ciertas instituciones sociales y por eso es importante y es muy interesante.

 

AC: justamente hablando de esa capacidad de convertir el deseo en movimiento o en acción y volviendo a la pregunta del envejecimiento en el cerebro, ¿usted cree que esa capacidad de convertir movimiento en acción es algo que envejezca o es algo que a cualquier edad podríamos desarrollar o convertir?

RL: No hay cuestión, la praxis es lo mismo que la práctica, ¿sí? Es lo que uno hace cuando se educa, uno aprende a escribir, uno aprende matemática, es decir, uno toma del mundo externo, lo pone en el cerebro y lo utiliza. Entonces la praxis es la función cerebral que está diseñada o que ha evolucionado para hacer ciertos eventos. Pongamos, la situación de que usted y yo estamos hablando en este momento requiere que el sistema nervioso mío transforme deseos e ideas en palabras. Es increíble. Yo puedo explicarle exactamente qué estoy pensando. Eso es praxis, eso es la capacidad increíble que tiene el sistema de convertir ideas en movimiento, en este caso en palabras, o en escritura, o en pintura, o en arte, en fin lo que quieras. Es un poderío increíble la praxis, porque es lo único que podemos hacer. O pensamos o nos movemos. Y para movernos intelectualmente necesitamos praxis, praxia. No es más ni menos.

 

AC: Muy bien. dr. Llinás, antes de tener nosotros esta entrevista, estuvimos recogiendo con nuestro público, nuestros seguidores, algunas preguntas para usted. Tengo aquí una de Daniel Ernesto Aragón Medina, él le pregunta: “Si técnicamente nuestro encéfalo es prácticamente igual al de otros animales, ¿dónde considera usted que radica el origen de la conciencia y que nos diferencia de los animales en este sentido?”

RL: El cerebro de los animales y el cerebro nuestro es sumamente similar. Si yo tomo un cerebro de un gorila tiene un cerebro en general, yo he hecho estudios o comparativos y la situación no es tanto en funcionamiento, que es exactamente igual, sino en la riqueza que el sistema puede hacer. Entonces la capacidad de sentir dolor, la capacidad de moverse, la capacidad de adquirir comida, todas esas cosas pues las tenemos en común. La capacidad de pensar claramente, es decir, de tener hipótesis que se pueden generar y puede generar movimientos es difícil de entender en animales, pero los simios pueden hacer muchas cosas, los simios pueden aprender mirando a otros simios haciendo una cosa, los simios pueden aprender a comunicarse con los humanos con movimientos, en fin, lo que quieras. Pero la diferencia es enorme porque resulta que nosotros tenemos un cerebro que es casi 10 veces más grande que el que tiene un simio y entonces la capacidad computacional que tenemos en la cabeza es enorme comparada con la de cualquier otro animal.

Entonces a mí me preguntaban “bueno, pero el cerebro del humano no es el más grande, una ballena tiene un cerebro muchísimo más grande.” Sí, pero tiene menos neuronas porque el problema de la ballena es que es grandísimo y requieren neuronas muy grandes. Entonces de lo que estamos hablando, de la capacidad funcional del cerebro humano que sigue siendo absolutamente más importante y más grande que podemos encontrar en biología hoy. De pronto, en otros planetas puede haber cosas diferentes, pero en nuestro planeta hoy el animal más inteligente es el hombre, no hay cuestión.

 

AC: ¿qué lo ha impulsado a hacer lo que hace, dr. Llinás?, ¿usted por qué es un investigador?, ¿por qué es un científico?, ¿cómo nace ese impulso o ese deseo de estudiar?

RL: Mire, esa esa situación es sumamente personal. Todo comenzó cuando yo vivía con mi abuelo y este tenía su consultorio en la casa y tenía su sala de espera, y de pronto uno de los pacientes se botó al suelo y empezó a moverse y a gritar, en fin. Claro, salió mi abuelo, en fin. Llegó la hora del almuerzo y subió y yo le preguntaba “bueno, y ese señor ¿por qué hacía esas cosas? Me dice “No, es que él no quería hacerlas”, “pero si no quería hacerlas, ¿por qué las hizo? Entonces la respuesta de él “porque él tiene un problema en un órgano que se llama el cerebro y resulta que en la mayoría de los casos el cerebro utiliza el conocimiento para establecer relaciones de movimiento. Pero en el caso de él, el cerebro tiene un problema entonces genera movimientos que no tienen nada que ver con el mundo externo.” Y yo decía “caramba, ese cerebro sí me parece importantísimo.” Y entonces, desde ese entonces hasta ahora ha sido siempre un deseo inmenso mío de entender cómo funciona el cerebro, porque realmente eso es lo que somos. Somos un estado funcional del cerebro y nos morimos todas las noches porque desaparece la actividad cerebral y desaparecemos nosotros. Alguien me dijo “tú tienes miedo a la muerte”, y yo dije no, yo me muero todas las noches y, aún peor, sueño y tengo estados funcionales que no tienen que ver con el mundo externo y pasan cosas y hay toda clase de problemas, en fin. Entonces queda clarísimo de qué estamos hablando. Estamos hablando de un sistema que es capaz de generar estados funcionales que relevan la realidad y que permite que podamos utilizarlo para modificar la realidad.

 

AC: ¿Usted cómo se siente al investigar el cerebro?

RL: Para mí investigar el cerebro es un enorme placer, porque me da respuestas a preguntas que me hago constantemente. Entonces es una linda pregunta porque yo digo que a mí me pagan por hacer lo que yo pagaría por hacer. La universidad me da un salario y mis clases me dan dinero para hacer lo que yo pagaría por hacer. Entonces, pues, imagínese para mí estar en Estados Unidos y tener un laboratorio y tener la posibilidad de utilizar el dinero del gobierno para investigar cosas que yo quiero hacer, es simplemente un lujo increíble. Tengo, francamente, una deuda de gratitud con Estados Unidos inmensa porque me han permitido hacer cosas que cuestan dinero y que cuestan tiempo simplemente como expresión de mi deseo personal. No sé si se entiende lo que estoy diciendo.

 

AC: “Hay evidencia científica que parte de nuestra esperanza de vida se encuentra en la longitud de los telómeros y se descubrió que sentirse amado y amar podía alargar esos telómeros, ¿es el amor, desde el punto de vista cerebral, una cura para muchas enfermedades?”, ¿qué piensa de esto?

RL: Yo pienso que sí. Definitivamente el problema de los telómeros es sumamente complejo porque, naturalmente, tiene una importancia grande en la generación de estados funcionales y el telómero con la edad se hace más y más corto. Y definitivamente, una investigación que pudiera aumentar la longitud del telómero sería lo mismo que una noticia más que pudiera cambiar el envejecimiento. Entonces eso es un asunto sumamente importante, es decir, vamos a poder aumentar la duración de la vida y la calidad de la vida. Y la respuesta es sí, sí se sabe qué hay que hacer y, definitivamente, es algo que se está tratando de hacer. No es mi área de interés, realmente, pero sí es sumamente real y es sumamente importante.

 

AC: Bueno, a sus 86 años y con este vínculo tan profundo que usted tiene tanto en Colombia como en Estados Unidos y tal vez por esta situación mundial que todos atravesamos, ¿cuál es su mayor deseo o cuál sería ese mensaje que le mandaría a los colombianos?, ¿qué lo preocupa de nuestra sociedad, de Colombia?

RL: Lo más importante que hay que empezar a entender es la importancia de pensar y de hacer. Yo sigo pensando que ese es el problema más grande que hay en Colombia, que se dice, pero no se hace. Hay una abulia. Es gravísima porque los colombianos son inteligentes y son capaces y tienen todo tipo de propiedades interesantes, pero no hacen lo que dicen. Hay una abulia sumamente extraña. Por decirlo por vigésima vez, dicen pero no hacen. Eso hay que cambiarlo, hay que tener una estructura intelectual y motivacional más grande.

Bueno, imagínese ¿por qué no tratar, por algún tiempo de transformar ideas en prácticas?, ¿será posible que uno puede decirle a los colombianos “hola, no solamente hablen, háganlo? Porque si hacen lo que están pensando, si hacen lo que necesitan van a cambiar totalmente.