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COVID-19 ¿Qué es?

Durante diciembre del 2019, China informaba al mundo sobre una extraña enfermedad que se extendía por Wuhan y sus comunidades. Dicha enfermedad la causaba un nuevo tipo de coronavirus que pronto se propagaría en casi todo el mundo. El 11 de febrero, la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció que el nombre oficial para dicha enfermedad es COVID-19, y el virus que lo causa es SARS-CoV-2 (Síndrome Respiratorio Agudo Severo por Coronavirus 2).

ACTUALIDAD

ESCRITO POR: MALOKA

¿Qué le ocurre al cuerpo cuando el COVID-19 lo infecta?

 

El virus puede esparcirse a través de superficies y objetos contaminados que según el tipo de material, plásticos o metales, puede sobrevivir hasta dos o tres días. Se transmite principalmente de persona a persona a través del contacto cercano por gotitas respiratorias que salen al hablar, toser o estornudar. El virus empieza su viaje cuando dichas gotitas ingresan a los ojos, nariz o boca y luego como un intruso busca los intestinos, el bazo o los pulmones, en donde puede tener los efectos más severos.

Los pulmones están cubiertos con miles de millones de células epiteliales que son como una barrera protectora y el virus llegará justo ahí para inyectar su material genético en un lugar específico dentro una célula. La célula ignora lo que sucede y empieza sin darse cuenta a replicar varias copias del virus original, hasta que la célula se destruye y con esto miles de las copias llegarán a más células repitiendo el mismo proceso de manera descontrolada. Luego de 10 a 15 días, millones de células son infectadas y miles de millones de virus cubren los pulmones. Hasta este punto, el Coronavirus no ha causado mucho daño, pero está a punto de despertar un gran depredador: el sistema inmune.

Aunque el sistema inmune busca proteger al cuerpo de potenciales invasores, es un sistema que requiere un control muy estricto pues sus células se comunican y reaccionan mediante pequeñas proteínas llamadas citoquinas y ante la confusión que ha causado el virus, las células reaccionan agresivamente enviando muchos más “soldados” de los que requiere y causando daños considerables. En pocas palabras, el cuerpo se convierte en un campo de batalla especialmente por dos grupos de células inmune: los neutrófilos, un grupo bombardero experto que conforme va llegando libera enzimas que destruyen tanto células amigas como enemigas y las células T, un grupo especializado que obliga a las células infectadas a suicidarse de manera contralada, pero que ante la confusión que ha generado el virus, también obliga a células sanas hacerlo. Por tanto, mientras más células de estos grupos llegan, mayor tejido pulmonar sano es destruido, causando daño irreparable.

En medio de tanta confusión, el sistema inmune la mayoría de veces recupera el control destruyendo células infectadas, interceptando los virus que buscan seguir infectando y limpiando el campo de batalla, entonces, la recuperación comienza. La mayoría de las personas infectadas que tienen COVID-19 tendrán síntomas leves y en pocos días el cuerpo volverá a la normalidad. Sin embargo, muchas pueden empeorar e incluso entrar en fase crítica. En casos severos, miles de millones de células epiteliales habrán muerto y con ellas la capa protectora de los pulmones desaparece haciendo que los alveolos, pequeños sacos de aire, puedan ser infectados por bacterias que normalmente no serían un problema grave en otras circunstancias, pero que conlleva a que los pacientes desarrollen una neumonía. La respiración se les hace casi imposible y se requiere equipos de respiración artificial. Durante semanas el sistema inmunológico ha luchado con todas sus armas y ha creado un arsenal antiviral, pero conforme controla los virus se ve abrumado por las infecciones bacterianas que están descontroladas y llegan al torrente sanguíneo invadiendo el cuerpo entero. A este punto la muerte es inminente.

El Coronavirus es comúnmente comparado con la gripe común, pero en realidad es mucho más que eso y se puede convertir en un virus potencialmente peligroso, especialmente para los adultos mayores y personas que tengan enfermedades crónicas.

¿Qué podemos hacer?

 

Existen dos panoramas ante una pandemia como el Coronavirus: Una expansión rápida y una lenta, esto depende de cómo se reacciona ante los primeros días de brote. Una pandemia rápida tiene consecuencias terribles y miles de vidas podrían apagarse, mientras una pandemia lenta y regulada solo sería un evento significativo del mundo para ser escrita en las páginas de historia.

En una pandemia rápida muchísimas personas se enferman al mismo tiempo, los sistemas de salud colapsan al no haber cobertura de personal médico, equipos de ventilación y camas en los centros médicos. Además, muchos profesionales de la salud enfermarán y la capacidad del sistema se reduce aún más. En el panorama más desolador se tendrían que tomar decisiones sobre quién sobrevivirá y quién no. Un doloroso ejemplo de esto lo está dando Italia y España, cuyo número de muertes al día sobrepasa las 500 personas.

Para que Colombia no llegue a tan terrible situación se requiere que TODOS los ciudadanos hagan lo posible para convertir el COVID-19 en una pandemia lenta, donde las personas contagiadas puedan recibir tratamiento sin llegar a un punto crítico en el sistema de salud. Esto solo es posible con un “tratamiento social” que incluye dos acciones: No infectarnos y No infectar a otros. Para no infectarnos la mejor estrategia es el lavado de manos y la más sofisticada arma es el jabón. El Coronavirus está protegido en una cubierta de grasa que el jabón rompe y así deja al virus incapaz de infectar, además, el jabón hace que los virus resbalen en nuestras manos y mediante los movimientos del lavado se puedan ir por el desagüe. Todos los ciudadanos deben lavarse las manos como si acabarán de tener contacto con estiércol y luego quisieran comerse un helado. Además, evitar tocarse la cara, pues el virus ingresa al cuerpo a través de ojos, nariz y boca. Otro mecanismo importante es el aislamiento social. No es muy agradable y menos cuando culturalmente somos tan cercanos, pero restringirse en abrazos y contacto físico hace parte de cuidarnos y cuidar al otro. Quedarse en casa y cumplir con la cuarentena es la mejor ayuda que le podemos dar al personal médico, a los científicos que están buscando una vacuna o un tratamiento eficaz y sobre todo a las personas más vulnerables que de seguro hacen parte de una familia.

Referencias