Ciencia en violeta
El programa Chicas STEAM busca alentar en las niñas y jóvenes la pasión y vocación por las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería, artes y matemáticas.
ACTUALIDAD
ESCRITO POR: ADRIANA CORREA
Cuenta la PhD Manuela Fernández, quien hace una labor encantadora alfabetizándonos en ciencia y género, que sería cuando las mujeres incursionaron en la investigación, que las primatólogas notaron que las hembras de varias especies también eran promiscuas, tenían relaciones homosexuales y no se apareaban sólo con fines reproductivos. Información que los colegas masculinos habían omitido cuando ejercían la ciencia “neutral, imparcial y objetiva”.
El Banco Interamericano de Desarrollo, por su parte, reúne numerosos estudios para insistir en que la baja participación femenina tiene un costo económico importante para los países. En México, por ejemplo, los resultados sugieren que, si se eliminara la desigualdad de género en la promoción a altos grados académicos, el país se vería beneficiado con un incremento en la productividad científica de entre un 17% y 20%.
La literatura añade que ellas, cuando eligen temas de investigación, sienten mayor interés por hacerlo sobre problemas de contexto: su inquietud la orientan a resolver los retos y preguntas más cercanas.
Otro artículo señala que, desde los seis años, las niñas empiezan a creer que la inteligencia es más masculina que femenina, así como sigue estando arraigada la idea de que hay carreras para las que se necesita más talento que disciplina.
Y en la evaluación que desde Maloka hicimos a las participantes de nuestros recién creados clubes de ciencia para niñas y jóvenes entre 12 y 15 años, también ellas se consideraron buenas para aprender, trabajar en equipo o cuidar a otros; pero no tanto para tomar decisiones, los números, hablar en público o liderar.
No se trata de una batalla de géneros, pero sí de atender a lo que nos perdemos como sociedad cuando en la investigación sigue habiendo más participación masculina que femenina y diversa. Según el Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología, el porcentaje de investigadores es del 63% y el femenino es del 37%. En el mundo, según la Unesco, la proporción se distribuye en 28% para ellas y el resto es de ellos.
Fue con esta evidencia que en Maloka, uno de los pocos centros interactivos del país, diseñamos el programa Chicas STEAM (STEAM por sus siglas en inglés).
Justo cuando el tacto quedó proscrito con la pandemia y vimos amenazada nuestra apuesta histórica de manipular para aprender, dimos vida a esta iniciativa virtual, con un irrenunciable toque experimental y táctil a través de las cajas de herramientas que hacemos llegar a las casas de cada integrante.
Este programa, que arrancó en agosto con la participación de 300 niñas y jóvenes en alianza con MinTIC, contiene una serie de laboratorios, mentorías y experiencias para alentar la pasión y vocación por las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería, artes y matemáticas.
La convocatoria y el interés de las inscritas ha sido tal, que ya hicimos pacto para llegar el otro año a 5.000 adolescentes en las regiones. Este enfoque rosa es desde ya, uno de los pilares de la reinvención de Maloka.
En esa misma evaluación mencionada, nos hizo ilusión encontrar que estas chicas dijeron estar muy interesadas en usar lo que saben para mejorar el medio ambiente, para hacer o construir cosas por sí mismas, para aprender sobre la naturaleza y para usar lo que saben para ayudar a la comunidad.
Al igual que esas primeras mujeres que incursionaron en ciencia y que con su mirada demostraron cuán silenciado quedaba un espectro de la realidad, aspiramos a que esta legión de jóvenes devele con curiosidad e instinto, los retos de su entorno, barrio y sociedad.